Nitsavim
(Devarim 29:9-30:20)
Haftara: Yeshayahu 61:10-63:9
Amor incomprensible
En Devarim 30:1-10 está escrito: “Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado El Eterno tu Elohim, y te convirtieres a El Eterno tu Elohim, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, entonces El Eterno hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido El Eterno tu Elohim. Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá El Eterno tu Elohim, y de allá te tomará; y te hará volver El Eterno tu Elohim a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres. Y circuncidará El Eterno tu Elohim tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a El Eterno tu Elohim con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas. Y pondrá El Eterno tu Elohim todas estas maldiciones sobre tus enemigos, y sobre tus aborrecedores que te persiguieron. Y tú volverás, y oirás la voz de El Eterno, y pondrás por obra todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy. Y te hará El Eterno tu Elohim abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque El Eterno volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres, cuando obedecieres a la voz de El Eterno tu Elohim, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a El Eterno tu Elohim con todo tu corazón y con toda tu alma.”
Desde un comienzo se decretó que el hombre debía morir por causa de su desobediencia, la cual comenzó cuando nuestros primeros padres tomaron del fruto prohibido, en total oposición de lo que El Eterno había establecido como plan de vida para su creación. El error cada vez fue mayor, pues todas las generaciones desobedecieron mayoritariamente los designios de El Eterno, y sólo hubo y sigue habiendo un puñado de hombres fieles que han traído la Misericordia Celestial.
Pero muy a pesar de eso, el final que se vislumbra en todos los textos sagrados indistintamente conduce a exaltar a Yisrael a un punto máximo, aunque este pueblo, habiendo sido escogido para los planes celestiales, le dio la espalda a Bore Olam con sus acciones desviadas.
¿Cómo poder explicar la aparente contradicción que se presenta al querer El Eterno salvar a Yisrael por encima de toda consideración? En realidad no existe contradicción; por el contrario, las promesas de HaShem, Baruj Hu, siempre se han mantenido vigentes durante todo el tiempo; lo que sucede es que las almas que han pecado han muerto y está muy cerca el día en el que los enemigos de Yisrael serán derrotados milagrosamente, porque también “milagrosamente” Yisrael, al ser consciente de sus pecados y de su precaria condición ante los demás pueblos, finalmente opta por dirigir su mirada hacia el Sublime Rey del Universo.
Puede ser que este evento pudiera verse como algo “forzado”, pero es que Yisrael en medio de sus vicisitudes nunca ha dejado de profesar al menos su creencia en el Uno y Único, de manera que su neshamah ha entendido que sólo de El Eterno, Bendito sea, provienen las verdaderas recompensas, pero por sobre todas las cosas la Misericordia y el Poder suficientes para que Yisrael no sólo sea considerada como digna de compasión, sino que también sea exaltada en gran manera.
Entonces, las promesas celestiales no hemos de verlas como algo que se cumple sin importar las circunstancias; más bien son realidades que han de cumplirse en el tiempo en el que Yisrael ha hecho su parte y por eso es la hora de recibir su recompensa; pero aún así nuestro entendimiento no es suficiente para entender cómo a pesar de que como pueblo no hemos estado a la altura de las expectativas celestiales, El Eterno nos concede Su abundante Misericordia.
La buena noticia es que no hemos sido llamados a entender sino a obedecer; por ello, tenemos una gran garantía que no puede ser derogada, y por esta razón tenemos más que motivos suficientes para pensar que ese gran final sí es para nosotros. Por supuesto, en estos días cuando se acerca Yom Teruah, es una excelente oportunidad para ponernos a cuenta y vislumbrar como nuestro el día de la exaltación de Yisrael.
Vayelej
(Devarim 31:1-30)
Haftara: Yeshayahu 55:6-56:8
¿Para qué hacer promesas a una Yisrael que habría de corromperse?
En Devarim 31:16-19 está escrito: “Y El Eterno dijo a Mosheh: He aquí, tú vas a dormir con tus padres, y este pueblo se levantará y fornicará tras los dioses ajenos de la tierra adonde va para estar en medio de ella; y me dejará, e invalidará mi pacto que he concertado con él; y se encenderá mi furor contra él en aquel día; y los abandonaré, y esconderé de ellos mi rostro, y serán consumidos; y vendrán sobre ellos muchos males y angustias, y dirán en aquel día: ¿No me han venido estos males porque no está mi Elohim en medio de mí? Pero ciertamente yo esconderé mi rostro en aquel día, por todo el mal que ellos habrán hecho, por haberse vuelto a dioses ajenos. Ahora pues, escribíos este cántico, y enséñalo a los hijos de Israel; ponlo en boca de ellos, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de Yisrael.”
Para responder a la pregunta inicial debemos analizar este cuadro de dos maneras:
Y La Fidelidad de las promesas celestiales; dado que El Eterno no puede negarse a Sí mismo, cumple todo lo que promete; pero esto no es a cualquier precio, sino cuando se dan todas las condiciones necesarias y suficientes para el otorgamiento de Sus dádivas. Y esto se refiere al momento en que ha llegado al colmo la maldad de los enemigos de Yisrael, así como también el retorno de Su pueblo en teshuvah.
Y El Amor eterno de HaShem; es tanto el deseo de bendecir a todos los hombres, que El Eterno permitió que hubiera un escenario de maldad e impureza que afectara a toda la humanidad, pero en medio de semejante panorama también permitió que la chispa de Su Presencia se manifestara, especialmente con el advenimiento del Mashiaj, que vino a oficiar como el perfecto goel que sacará a este mundo del caos que fue traído por nuestras iniquidades.
Pero a lo anterior hemos de añadir que por causa de los justos que nunca han dejado de existir, El Eterno ha tenido a bien sostener el mundo para que al final todo retorne a la perfección inicial, demostrando con ello que a pesar de nosotros el orden que Él ha impuesto no puede ser mancillado.
Si Yisrael se corrompió, al final volverá al camino del que no debió desviarse; y grandes hombres de nuestro pueblo nos lo demostraron con sus vidas. Nada es vano en los planes celestiales.
Haazinu
(Devarim 32:1-52)
Haftara: Shmuel Bet 22:1-51
¿Por qué persistimos en hacer el mal?
Desde los primeros tiempos el ser humano constantemente ha manifestado su inclinación a hacer lo que no está establecido en los decretos de la Torah. Por causa de la libertad que nos ha sido otorgada, cada día que pasa lamentablemente vemos cómo el panorama mundial se está acercando al abismo del cual no hay retorno, sin que se medite en la capital importancia que reviste la salvación del alma.
Podríamos atribuir semejante situación al hecho de que en muchos casos puede faltar información que permita discernir lo que se debe o no se debe hacer. No obstante, aunque esto podría ser cierto, no es menos el que la satisfacción de necesidades “inmediatas” ha pasado a ser el eje central que mueve las vidas de quienes conforman las naciones.
¿Por qué? ¿Cuál ha sido la falla? En cierta forma se podría decir que no se ha apreciado en su justa medida a Quien creó todo lo que existe. Por el hecho de que el Bendito Ein Sof no es corpóreo ni tiene aspecto corporal[1], muchas personas se atreven a valorar en gran medida lo que poseen materialmente o, en el mejor de los casos, sólo mencionan una creencia en alguien pero sólo de una manera intelectual. Pero no se toman el tiempo para meditar en lo que demanda el Amo del Universo de cada persona.
El adormecimiento espiritual, del cual no ha sido ajena Yisrael, ha llevado a la humanidad a actuar de manera tal que sólo se enarbolan como estandarte unos pocos principios que, aunque verdaderos, no son suficientes para cumplir con la Voluntad del más Santo de los santos.
Entonces, al buscar la causa de todo este caos, vemos que todo nace precisamente en la inadecuada utilización de la libertad con la cual fuimos creados. Muchas personas pueden afirmar con cierta razón que todo lo creado está dirigido a darnos satisfacción; parcialmente es cierto, pero en realidad lo creado existe con el propósito de dar alabanza al Creador. Y el disfrute egocéntrico de los bienes dista mucho de cumplir los planes celestiales.
Por tanto, es en nuestro interior donde nace todo aquello que altera el perfecto orden establecido por HaShem, Baruj Hu. Y aunque de alguna manera seamos conscientes de la conveniencia o inconveniencia de nuestras acciones, muchas veces no vemos que la cultura de lo fácil lleva a la destrucción. El yetser hara siempre está presente para desviarnos del buen camino, y por ello el ser humano ante tan enorme adversario termina por ceder ante sus engaños.
Y es precisamente esto último de lo que gran parte de la humanidad no es consciente. Este adversario juega sutilmente sin que su manifestación sea aparentemente evidente; por el contrario, sus armas, que muchas veces no se notan y de ahí su poder, llevan a que las personas no consideren importantes algunas verdades, sólo porque el yetser hara les dice que son obsoletas. Y esto ya estaba visto en la presencia de El Eterno, Quien advirtió que las futuras generaciones de Yisrael se corromperían, lo cual ha sucedido rigurosamente,[2] lo que no significa que éste fuera Su deseo.
Entonces, para enderezar nuestras sendas, una vez más es pertinente escuchar con atención las palabras celestiales, de manera que las llevemos muy dentro de nuestro ser y comencemos finalmente a llevar a cabo el tikun para el cual fuimos llamados. Para esto siempre hay tiempo, y hoy es el momento.
[1] Como reza uno de los trece principios de fe del judaísmo, compilados por Mosheh ben Maimon (Maimonides).
[2] Aunque no por ello hemos de dejar de reconocer que ha habido un grupo fiel, que no ha cedido ante los ofrecimientos del mundo.