Haftara Vaera
(Shemot 6:2 – 9:35)
Haftara: Yejezqel
28:25-29:21
La mejor garantía de éxito
Esta parasha tiene un pasaje singular
en toda la Escritura, y es la manifestación del Nombre Inefable de El Eterno al
pueblo de Yisrael, por medio de Mosheh. Anteriormente nuestros ancestros
tuvieron una muy íntima relación con HaShem, Baruj Hu, y ello les valió ser
recordados permanentemente en el seno de nuestro pueblo. Sin embargo, el
especial énfasis del texto “mas en mi Nombre Inefable no me di a conocer a ellos” nos revela que aquel
momento en la vida de Yisrael era el preludio de un suceso extraordinario en la
historia de la humanidad.
¿Por qué revelar el Nombre en las
circunstancias que nos presenta la Torah? El pueblo de Yisrael estaba necesitado
de señales para creer en una redención de la esclavitud, pues la opresión había
durado mucho tiempo y ya era prácticamente insoportable. No existía la paz que
fue característica de la época de los patriarcas, y por lo tanto la
Manifestación de El Eterno no iba a ser igual que antes. Es cuando surge la
gran esperanza, hecha realidad con la presencia del Amo del Universo
involucrándose a nuestro favor.
Tras el surgimiento de Mosheh, quien
sería el escogido para guiar al pueblo en su travesía, se habían dado varias
circunstancias que indicaban que el tiempo para la salida había llegado: El
colmo de la maldad de los habitantes de Kenaan, la consolidación de Yisrael
como pueblo y la subyugación a la que fue sometido. Eran tiempos diferentes, en
los que el cumplimiento de las promesas de El Eterno se daría con grandes
manifestaciones que dejarían muy claro que es Él y nadie más Quien maneja los
hilos del Universo y que Sus designios se cumplen siempre.
Y las bendiciones habrían de llegar,
porque estaban basadas en la palabra que El Eterno transmitió a Mosheh y todo
Yisrael. Es importante comentar que la referencia que tenía nuestro pueblo en
cuanto al Poder de El Eterno era Su relación con nuestros padres, pero ello no
se había dado mediante “mano fuerte”, sino con la prosperidad y protección que
Él les brindó en su tiempo. Pero fue suficiente, pues el pueblo creyó y eso fue
la base para que pudieran ser testigos de lo que habría de venir.
Es precisamente esta fe que el pueblo
depositó en las palabras de El Eterno dadas por medio de Mosheh la que coadyuvó
para que su salida de Mitsrayim fuera “exitosa”, pues los israelitas cargaron
consigo un gran botín, poniendo sus ojos en la tierra en la que ya no habría
más esclavitud sino abundancia y prosperidad.
¿A dónde nos conduce todo esto? Al
hecho de que el bienestar de Yisrael fue la retribución de El Eterno a su
confianza en Él. Si bien es cierto que nuestro pueblo fue oprimido durante
mucho tiempo, no había llegado el momento determinado por El Santo para rescatarlo;
pero cuando se dieron las cosas, quienes estuvieron en contra nuestra tuvieron
su pago. Creer las palabras de El Eterno, de manera similar a lo que sucedió
con Avraham Avinu, también fueron contadas por tsedaqah,
esto es, el pueblo hizo justicia al depositar su confianza en el Santo de los
santos.
De aquí aprendemos cosas interesantes,
que nos sirven para mantener viva nuestra confianza en El Eterno, Bendito sea:
Y Para avivar la fe de Su
pueblo en todas las épocas El Eterno ha dado algunas pruebas explícitas de que
Su Fidelidad no cambia y que está siempre presto a estar al lado de quienes Le
siguen y Le temen. Avraham, por ejemplo, salió a una tierra desconocida para
él, pero El Eterno le hizo promesas que fue cumpliendo progresivamente, con lo cual
nuestro ancestro no dudó ni un instante en apoyarse enteramente en Él. Nosotros
somos testigos de milagros día a día, en los que la Majestad de El Eterno se
muestra como “garantía” de que Su Palabra tiene fiel cumplimiento; ello debería
ser suficiente para cumplir con nuestra misión a pesar de las adversidades que
no faltan en nuestra vida. Y si El Eterno pudo hacer tan grandes cosas por
nuestros antepasados, obviamente es capaz de hacer las cosas pequeñas por
nosotros.
Y La maldad siempre es
compensada justamente,
de manera que no debemos temer por causa de quienes se oponen en nuestro camino
hacia la Luz; tanto en la época de nuestros antepasados como hoy en día podemos
sentir la dura oposición que sufre nuestro pueblo; pero siempre existe la
esperanza de llegar a la meta. Avraham no vio el pleno cumplimiento de las
promesas, pero nunca dudó que se cumplieran todas; Mosheh pudo ver la tierra a
la que el pueblo entraría, y Yehoshua sí pudo entrar a ella, probando de esta
forma que la Palabra de HaShem se cumple todo el tiempo.
Y El hecho de que El Eterno
haya revelado Su Nombre Inefable a Mosheh y todo Yisrael nos permite asegurar
que tal acción sea extensiva para nosotros,
lo que nos indica que como pueblo somos herederos de las mismas bendiciones que
la primera generación.
Por tanto, la revelación del Nombre
Santo de HaShem, Baruj Hu, nos enseña que El Mismo que llevó a la victoria a
nuestro pueblo también lo hará con nosotros, a quienes también nos ha sido dado;
y por ello todo lo que emprendamos en aras de la santificación del Nombre
seguramente tendrá éxito, que no es otra cosa que llegar a la meta de la mano
de Sus decretos, esto es, la Torah.
Entonces el éxito no depende en
realidad de nosotros sino de El Eterno mismo, Quien provee todo lo necesario
para que a Sus hijos les vaya bien.
Y el hecho de que dispongamos de la revelación del Nombre desde el tiempo de
nuestros antepasados, nos permite ver que todo Su Gran Poder “está a nuestra
disposición” para obtener el éxito; y para ello, además de creer, debemos
actuar en la dirección correcta. De hecho, somos quizá la generación más
privilegiada de todas las épocas.
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