sábado, 20 de mayo de 2023

HAFTARA DE LA PARASHA 35 NASO

 

Haftara: Shoftim 13:2-25

Escuchar la voz de El Eterno

 En Bemidbar 7:89 leemos: “Y cuando entraba Mosheh en la tienda de reunión, para hablar con Elohim, oía la voz que le hablaba de encima del propiciatorio que estaba sobre el arca del testimonio, de entre los dos keruvim; y hablaba con él.” Este texto, que pudiera pasar desapercibido, en realidad nos insinúa la forma como El Eterno manifiesta Su Voluntad a cada uno de Sus elegidos que, para el caso que nos ocupa, son todos Sus hijos.

 El lugar más sagrado que había entonces en el seno del pueblo era la Tienda de Reunión, pues era desde allí que se manifestaba la Presencia Divina. Si tenemos en cuenta que aquel lugar representa nuestro propio ser, podemos afirmar que El Eterno sí nos habla; y aunque ello no se da en forma audible, podemos decir que Su manifestación es algo que no pasa desapercibido en nuestro interior.

 El lugar más santo era precisamente donde se encontraba ubicado el aron qodesh, encima del cual se podía sentir la Voz de El Eterno. Y si tenemos en cuenta que este sitio simboliza el nivel más alto del alma, la neshamah, que además materialmente se refleja en el cerebro, veremos que es justamente en nuestra mente donde podemos discernir los designios del Santo de Yisrael.

 Esto nos lleva a reafirmar la importancia que tienen nuestros pensamientos que se convierten en decisiones que afectan nuestra vida. Si todo nuestro ser está investido de qedushah de seguro nuestras acciones estarán encaminadas a dar honor al Uno y Único, porque son dirigidas por Su Voz, que es la Torah misma. Entonces podremos afirmar que en esa condición sí estamos escuchando la Voz Celestial, puesto que “nos estamos dirigiendo a la Tienda de Reunión para escucharla”, lo que es ni más ni menos que vivir las mitsvot a plenitud y meditar constantemente en los designios divinos.

 

sábado, 13 de mayo de 2023

HAFTARA DE LA PARASHA 34

 

Bemidbar

(Bemidbar  1:1-4:20)

Haftara: Hosheä 2:1-22



 “Según las casas de sus padres”

 Esta expresión ocurre varias veces en el relato de la parasha. En primer lugar, hemos de ver la importancia del testimonio de vida de los padres, de quienes los hijos son el reflejo. El padre ha sido designado para cumplir un papel trascendental en la vida de los hijos, y por ello desempeña el papel de cabeza de familia, sin que ello implique en manera alguna menoscabar los derechos y deberes que tiene la madre en el seno del hogar.

 Y por ser la cabeza visible de la familia, corresponde al padre velar por la salud espiritual de todos y cada uno de los integrantes de ella. Esta responsabilidad es tan grande, que en gran medida los hilos de ésta van en la dirección en que él, como la autoridad representativa decida tomar[1], lo que lo convierte en personaje crítico en el desarrollo de los hijos, especialmente de los hombres.

  ¿Y qué con esto? Es importante mencionar que las palabras de la Torah reflejan inequívocamente la directriz de El Eterno para la vida de Su pueblo. Por lo tanto hemos de ceñirnos a ellas, de manera que nuestra identidad refleje lo que El Eterno mismo ha decretado para Sus hijos. Y el punto a que queremos llegar se relaciona con lo que sabios de nuestro pueblo han decretado como halajah.

 Actualmente, para decidir sobre la judeidad de una persona, se toma como base cierta que ésta descienda de una mujer judía; por tanto se ha dicho que si una persona es de madre judía, entonces ella también lo es. Y argumentos respetables que se han esgrimido para justificar esta norma es que “sin la mujer no hay judaísmo”, “la madre tiene la certeza sobre sus hijos”, etc.

 Aunque ello pueda sonar muy lógico, no es esto lo que estableció HaQadosh, Baruj Hu, al menos en un principio. En ninguna parte de los Escritos Sagrados encontramos expresiones tales como “según las casas de sus madres” o genealogías basadas en las mujeres[2]. De hecho el orden mismo de la Creación atestigua en cuanto a que el hombre fue creado primero, y fue a él a quien se le asignó la tarea de velar por el cuidado de Gan Eden[3], lo que nos sugiere que es el hombre el encargado de rendir cuentas por el cuidado de todo[4].

 Por lo tanto, adoptar como halajah lo establecido por los rabinos en cuanto a la judeidad de una persona, no es precisamente lo que nos está demandado por El Eterno; es importante aclarar que nuestro deseo es contribuir a poner las cosas en el orden establecido, y por ello nuestra fuente primaria para cualquier acción a tomar es la Torah Escrita, máxime si en ella están las ordenanzas referentes a los asuntos básicos de nuestra vida; si no requieren mayor explicación, de hecho son para aplicar literalmente, obviamente dependiendo del contexto en que se esté viviendo; si el asunto es muy difícil de solucionar es cuando debemos recurrir a la halajah establecida por nuestro pueblo, y muy probablemente nos conducirá a lugar seguro. Pero si la Torah Escrita establece algún asunto claramente, las demás explicaciones realmente sobran.

 El hombre entonces, como la autoridad representativa de una familia, está llamado a cumplir con todas sus responsabilidades, pues no debería suplirlas la mujer, que de hecho tiene suficientes preocupaciones como para pretender tomar el lugar del hombre. De esta forma, efectivamente podremos decir a las demás naciones que cada uno de los B’nei Yisrael, tiene un ejemplar comportamiento, que es “según las casas de sus padres”.



[1] Aquí en realidad estamos suponiendo decisiones compartidas y apoyadas mutuamente por los cónyuges, pero en últimas es el hombre quien lleva el peso de la responsabilidad final.

[2] Aunque en los Escritos Sagrados es innegable que se trata con buen detalle la vida de algunas mujeres muy virtuosas, las genealogías siempre están basadas en los padres.

[3] Que sucedió antes de la creación de la mujer.

[4] Con esto lo que queremos decir no es que la mujer no deba cuidar nada, sino que la responsabilidad final del cuidado de hecho la tiene el hombre.

sábado, 6 de mayo de 2023

HAFTARA DE LA PARASHA 32-33 -BEHAR-BEJUKOTAI

 

BEHAR- BEJUKOTAI

(Vayiqra 25:1-26:2)

Haftara: Yirmeyahu 32:6-27-18:19

 ¿Hay redención prometida para los gentiles?

 La parasha da unas instrucciones precisas para el evento en que alguien requiera ser redimido en propiedades materiales, lo que nos sugiere así mismo la necesidad de redención de la vida misma por causa del pecado. Pero estas instrucciones están dadas para el pueblo de Yisrael, y de hecho fueron proclamadas en Har Sinay, de cuyo nombre sale el nombre de la parasha. Y por ello cabría preguntar: ¿Y qué pasa con los gentiles? ¿Según la Torah hay algún plan de redención para ellos?

Una evidencia que nos muestra que los gentiles son muy amados por HaShem, Baruj Hu, es que precisamente éstos, que son llamados “nación insensata” o “pueblo que no es pueblo”, son quienes llaman a celos al pueblo de Yisrael. ¿Por qué? Porque a ellos les son concedidas las puertas de entrada a las promesas del Santo de los santos, las mismas que fueron enunciadas a favor de nuestro pueblo, lo que les da la calidad de conciudadanos de Yisrael.

 No podemos afirmar, de ninguna forma, que el gentil sólo es utilizado para llamar a celos al judío. El gentil tiene un papel sumamente importante, que es actuar como “agente” que despierta al pueblo de Yisrael para que vuelva a las sendas de antaño, como así lo quiere El Eterno, Bendito sea. Y ese papel en gran manera es realizado justamente apropiándose de las promesas mencionadas, lo cual se logra con una vida centrada en los designios de El Eterno, lo que de hecho es realidad hoy en día.

 Y dentro de las promesas a las cuales las naciones gentiles tienen acceso, resalta especialmente aquella que tiene que ver con la simiente de mujer que vencería a la “serpiente”, de manera que la rectificación efectuada por esta simiente también les cubriera; por ello, sin duda podemos asegurar que los pueblos gentiles están bajo el amparo de las promesas celestiales; por supuesto, ellos también deben cumplir con su rol adecuadamente, pues a las moradas celestiales no se accede de cualquier forma, sino según lo que HaQadosh, Baruj Hu, ha determinado.

 Los pueblos gentiles también adquirieron una deuda, por causa del pecado; y ya que la redención no se da “en los mismos términos” que para el pueblo judío, hemos de ver que sí requieren estar “en sus tiendas”[1], de manera que “técnicamente” su redención sí sea posible.

                                                            BEJUKOTAI

¿Por qué la insistencia de El Eterno en salvar a Su pueblo?

 Durante el transcurso de la historia podemos ver que el pueblo judío ha sufrido como el que más una serie de persecuciones, vejámenes y artimañas de los demás pueblos, que pareciera no tener fin. Y de alguna forma podemos ver que ello es una retribución mida-keneged-mida por las acciones del pueblo en contra de la Dignidad de HaShem, Baruj Hu.

 Una solución “fácil” a semejante situación podría ser la total destrucción del pueblo y borrarlo de la memoria de las demás naciones, lo cual no representa esfuerzo alguno para Bore Olam. Sin embargo, y aunque casi podríamos asegurar que eso es lo que realmente merecemos, El Santo de los santos ha “optado” no sólo por dejarlo vivir en medio de sus adversidades, sino que al final promete su redención para que vuelva a ser uno con Él en la eternidad. Y esto se puede percibir sin dificultad en los textos de la parasha, donde a pesar de que Yisrael en el futuro hará lo que no es correcto, con todo El Eterno la reprenderá y castigará, pero la volverá a acoger en Su seno.

 Posiblemente no exista una explicación “lógica” a semejante muestra de amor hacia Yisrael. Pero lo que sí podemos afirmar es que ese gran amor no sólo tiene que ver con el hecho de que antes del principio Yisrael era uno con la Luz Infinita de Ein Sof, sino que al final no puede haber impunidad en los actos del ser humano, y ello debe ser restaurado, para que en definitiva se sepa Quién es el Amo de todo lo existente.

 ¿Por qué será posible esta restauración? En cierta forma podemos afirmar que cada alma en el fondo sabe que nada mejor hay que ir en la vía de lo decretado por el Creador, pues de hecho de Él procedemos. Y al darse cuenta que la maldad no paga bien, entonces decide retornar, esto es, hacer teshuvah, de manera que se abra más y más la puerta de la esperanza para un pueblo que hubiera podido perderla.

 Pero por sobre todas las cosas la Palabra de El Eterno, Bendito sea, es la que nos da los más poderosos argumentos para acercar más y más el día final, de manera que la unión que se había mancillado pueda volver a su estado inicial de perfección. Y esto ya lo sabe de antemano El Eterno, cuyos Atributos opacan todo lo existente, y aunque una ínfima chispa de ellos sea la que habite dentro de cada uno de nosotros, es suficiente para causar que todo vuelva a ser como al principio.

 De esta manera podríamos explicar que en todo tiempo El Eterno ve el final “feliz” de Yisrael, pues el pueblo que fue concebido como qadosh puede volver a serlo; por supuesto, el yetser hara ha crecido tanto en poder que es necesario contrarrestarlo, y de ahí que la presencia del Mashiaj tenga ahora mucho más sentido. Y por ello no debemos extrañarnos que el Amo del Universo fije tanto Su Atención en algo tan insignificante[1] como Yisrael.



[1] Comparado con la Grandeza y Majestad de El Eterno, Bendito sea.

 



[1] Esto se refiere muy especialmente a las palabras de Noaj respecto de Yefet (Bereshit 9:27).

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