domingo, 29 de enero de 2023

HAFTARA DE LA PARASHA 16 BESHALAJ

 

Beshalaj

(Shemot 13:17 - 17:16)

Haftara: Sefardi (Shoftim 5:1-5:31)

Cuando nos sentimos “entre la espada y la pared”

Muy probablemente más de una vez nos sentimos agobiados por los problemas, al punto de considerarnos como en un callejón sin salida. Las angustias que resultan de situaciones económicas apuradas, problemas afectivos, bajas calificaciones en el colegio o la universidad, y muchas más, en innumerables casos han llevado a las personas a soluciones desesperadas como el suicidio, o bien las han llevado a estados mentales que están cerca de la locura.

Y en general estas situaciones tienen algo en común, que es la incapacidad del momento para entender que aún para los problemas más grandes hay solución, y ésta no necesariamente es la que lleva a un peor estado de postración. Y para vislumbrar la salida es importante insistir en el hecho de que hemos sido dotados con las “herramientas” necesarias para cumplir con nuestra misión en este mundo, lo que significa que podemos enfrentar toda situación adversa para que revierta a nuestro favor.[1]

El mundo ha llevado a muchas personas a reaccionar negativamente ante la presencia de situaciones adversas. En no pocos casos se pretende obtener una solución rápida, fácil y, con bastante frecuencia, desesperada. Siendo conscientes del Poder de HaShem, Baruj Hu, y del orden que estableció para todo, en ninguna manera podríamos afirmar que Su deseo para nuestros problemas son estos tipos de soluciones. Por el contrario, ha previsto que nuestra inteligencia puede encontrar la solución adecuada para cada caso, sin que ello signifique actuar en forma reactiva.

Lo ocurrido con nuestro pueblo es el cuadro típico de quien no sabe qué hacer en situaciones en las que aparentemente no existe ninguna opción para vencer. Al frente, el inmenso mar, cuya presencia sólo podía mostrar un cuadro de muerte a quien decidiera seguir adelante, pues era “obvio” que la solución no era nadar para escapar. Y detrás un fiero ejército que no estaba dispuesto a hacer ninguna concesión y que de hecho hubiera asesinado a quien fuera para imponer su voluntad. Y ello afectaba no a una sino a varios millones de personas. Un panorama nada halagador, ¿verdad?

Pero justamente en ese instante, cuando las fuerzas flaquean en grado sumo, y cuando no existía opción diferente[2] de clamar a El Eterno, Él hace una colosal muestra de Su Majestad y Poder, haciendo ver no sólo a nuestro pueblo sino a sus enemigos que Él gobierna absolutamente sobre todo lo que existe y nada se Le puede oponer, lo que nos indica que Él es la fuente de toda dádiva y que las respuestas a todo las encontramos precisamente en Él mismo.

La respuesta para esta encrucijada estaba en el mar, aquel que fue el que dio la vida en el mismo comienzo de la Creación, por designio de El Eterno.[3] El instrumento que al principio dio vida, una vez más engendraría una nueva vida, aquella que comenzando por esta gran tevilah nos enseña que Yisrael como pueblo comenzó como algo puro, pleno de vida, la que sería llevada a su punto máximo en el humilde monte de Jorev.

Y así como la orden para Lot y su familia fue no mirar hacia atrás[4], para nuestro pueblo la directriz fue no desesperarse ni murmurar contra Quien cumpliría fielmente Sus designios y, por supuesto, no mirar hacia atrás, en dirección al enemigo. No debemos mirar hacia atrás porque podemos perecer, sino hacia adelante, donde está la Luz y por lo tanto las oportunidades para solucionar nuestros problemas, los cuales, si enfrentamos, con seguridad han de encontrar salida.

Ningún problema es insoluble; cosa bien diferente es que no nos demos tiempo para meditar en su solución. Los problemas son medios de El Eterno para medirnos y probarnos. Y la mejor forma de buscar mayor estatura espiritual es enfrentándolos, sabiendo que siempre hay solución. Hemos de decir que ésta no necesariamente es “tirarse al mar” desesperadamente, sino actuando con diligencia[5], porque El Eterno mismo ha prometido: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque El Eterno tu Elohim estará contigo en dondequiera que vayas.[6] No nos lamentemos pensando en “qué hubiera pasado si…”; más bien tratemos de sacar provecho, pensemos y actuemos; algo bueno nos espera al final.


[1] No queremos decir con esto que todo lo veamos con el “YO” como centro, sino con el objetivo de crecer y de darle el honor a Quien lo merece. Y una forma es resolviendo los problemas lícitamente, lo que da testimonio del Amor de El Santo, bendito sea, Quien quiere que nos esforcemos para que al final obtengamos la mejor recompensa.

[2] Por supuesto nos referimos a quienes no contemplan ejecutar acciones ilícitas desesperadas para “solucionar” los problemas, sino que quieren darles la cara, con todo lo que ello implique.

[3] Ver Bereshit 1:20.

[4] Ver Bereshit 19:17.

[5] Es cuestión de meditar en el problema y buscar alternativas de solución, sin apelar a la primera que venga a la cabeza. Como dice un adagio popular: “Vamos despacio porque estamos de afán”.

[6] Yehoshua 1:9.

sábado, 21 de enero de 2023

HAFTARA DE LA PARASHA 15-BO VE

 

Bo

(Shemot 10:1 – 13:16)

Haftara: Yirmeyahu 46:13-46:28

 


Yisrael, reconocida como pueblo por parte de El Eterno

 En esta parasha ocurre un evento muy especial, que es lo que podríamos llamar el “reconocimiento” de Yisrael como un pueblo por parte de El Eterno. Aunque nuestro noble pueblo fue concebido como tal desde los días de la eternidad, es ahora cuando finalmente podemos decir que goza “oficialmente” de esa condición. Veamos por qué podemos afirmar esto.

 En Shemot 12:1-2 está escrito: “Habló El Eterno a Mosheh y a Aharon en la tierra de Mitsrayim, diciendo: Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año.” Las palabras son dirigidas a Mosheh y Aharon, pero la mitsvah obviamente es para todo Yisrael. Y es precisamente el que El Eterno ordene una mitsvah para todo Yisrael lo que muestra a las claras que nuestro pueblo ya no es un puñado de hombres aislados en el país de Mitsrayim, sino que es un grupo humano muy especial que ha de tener una Constitución propia, que además ha sido elaborada en el Cielo, lo que le da un rol especial en el tiempo frente a las demás naciones de la tierra.

 La mitsvah es una ruptura con las costumbres vividas anteriormente; de ahora en adelante, aún la referencia del tiempo ha de ser diferente[1]; en esos momentos ya se puede decir que lo que viene no es la vida de esclavitud de Mitsrayim, sino la libertad del pueblo consagrado al Amo del Universo. No es la mitsvah como tal la que hace la diferencia, sino el hecho de que fue dada a un pueblo, que de hecho ya había sido reconocido por los hombres; de donde aprendemos que tenemos identidad no porque así lo vean las demás personas, aunque de hecho así es, sino porque El Eterno mismo se encargó de darle sentido a nuestra vida, de lo cual son testigos los demás pueblos.

 El Eterno nos ha mostrado de muchas maneras que somos diferentes; y si estableció esa diferencia, no fue para hacer “acepción de personas”, tal como entendemos el término, sino para que tuviéramos como prioridad interiorizar que nuestro papel no es el mismo de los demás pueblos, y que hemos de conducirnos según los designios de El Eterno[2], de manera que podamos cumplir “Sus expectativas”.

 Ya hemos sido comisionados para responsabilidades que deben ser cumplidas no por una persona sino por todo un pueblo. Ello nos muestra que ya no hemos de mirar atrás, donde estaban los días en que teníamos mentalidad de esclavos y éramos afligidos por el mundo, sino hacia adelante, cuando actuaremos con libertad y donde están todas las oportunidades de servir al Santo, Bendito sea. Fuimos liberados con el único y sublime propósito de servirLe, y ello debe ser el centro de nuestras vidas, el motor que hace avanzar nuestra neshamah hacia las alturas celestiales.

 Después de haber sido promulgado este decreto, vendrían después más ordenanzas para todo el pueblo de Yisrael, que servirían para refinar en gran manera nuestro carácter, y que serían la confirmación de que El Eterno moldeó Sus propósitos tomando a Yisrael como “referencia” y como instrumento.

 No somos una casualidad, ni un accidente; somos la realidad que llegó a ser por causa del Amor de El Eterno hacia toda la humanidad. Los demás pueblos han encontrado identidad por diferentes circunstancias; pero Yisrael es único porque estuvo siempre en la mente de El Eterno según los designios de la Torah.

 Hemos estado diseminados entre las demás naciones, pero ello no significa que no existamos; hemos sido objetos de ataques injustificados, pero ello no significa que esté decretada nuestra destrucción; hemos sido criticados, pero ello no significa que la Torah haya fallado; hemos pecado, pero aún así las promesas sagradas se han cumplido y han de cumplirse. Y todo, porque El Eterno nos sostiene generosamente y cuida de nosotros. Por ello nuestra manera de conducirnos debe ser la que Él en Su Infinita Sabiduría ha determinado.

  Se nos ha dado el “sello” que nos identifica: Guardadores de la Torah y sus mitsvot, lo que nos hace ciudadanos del Maljut, del cual las demás naciones desearán ser conciudadanas nuestras[3]; y esta identidad “indeleble” fue dada cuando se cumplieron los primeros dolores de parto en Mitsrayim. Y ha habido un remanente fiel que no ha permitido que nuestra identidad se pierda.

 Por todo lo anteriormente comentado, podemos afirmar que, más que un derecho, es un privilegio adquirir la ciudadanía celestial, pues de esta forma hemos de gozar de la herencia reservada desde antiguo. Esta ciudadanía fue conferida no por mano humana sino por el Amor y Misericordia de El Eterno, Bendito sea, Quien creó a Yisrael para dar gloria sempiterna a Su Sagrado Nombre. Y nosotros somos parte de ese plan perfecto.



[1] De aquí obtenemos una gran enseñanza, que es el que nuestro pueblo definitivamente no se debe conducir como lo hacen los demás, aún en cosas aparentemente triviales.

[2] No significa que los demás pueblos no deban hacerlo, sino que la exigencia para el pueblo de Yisrael es diferente.

[3] Ver Zejaryah 8:23.

domingo, 15 de enero de 2023

HAFTARA DE LA PARASHA 14-VAERA

 

Haftara Vaera

(Shemot 6:2 – 9:35)

Haftara: Yejezqel 28:25-29:21


La mejor garantía de éxito

 Esta parasha tiene un pasaje singular en toda la Escritura, y es la manifestación del Nombre Inefable de El Eterno al pueblo de Yisrael, por medio de Mosheh. Anteriormente nuestros ancestros tuvieron una muy íntima relación con HaShem, Baruj Hu, y ello les valió ser recordados permanentemente en el seno de nuestro pueblo. Sin embargo, el especial énfasis del texto “mas en mi Nombre Inefable no me di a conocer a ellos” nos revela que aquel momento en la vida de Yisrael era el preludio de un suceso extraordinario en la historia de la humanidad.

 ¿Por qué revelar el Nombre en las circunstancias que nos presenta la Torah? El pueblo de Yisrael estaba necesitado de señales para creer en una redención de la esclavitud, pues la opresión había durado mucho tiempo y ya era prácticamente insoportable. No existía la paz que fue característica de la época de los patriarcas, y por lo tanto la Manifestación de El Eterno no iba a ser igual que antes. Es cuando surge la gran esperanza, hecha realidad con la presencia del Amo del Universo involucrándose a nuestro favor.

 Tras el surgimiento de Mosheh, quien sería el escogido para guiar al pueblo en su travesía, se habían dado varias circunstancias que indicaban que el tiempo para la salida había llegado: El colmo de la maldad de los habitantes de Kenaan, la consolidación de Yisrael como pueblo y la subyugación a la que fue sometido. Eran tiempos diferentes, en los que el cumplimiento de las promesas de El Eterno se daría con grandes manifestaciones que dejarían muy claro que es Él y nadie más Quien maneja los hilos del Universo y que Sus designios se cumplen siempre.

 Y las bendiciones habrían de llegar, porque estaban basadas en la palabra que El Eterno transmitió a Mosheh y todo Yisrael. Es importante comentar que la referencia que tenía nuestro pueblo en cuanto al Poder de El Eterno era Su relación con nuestros padres, pero ello no se había dado mediante “mano fuerte”, sino con la prosperidad y protección que Él les brindó en su tiempo. Pero fue suficiente, pues el pueblo creyó y eso fue la base para que pudieran ser testigos de lo que habría de venir.

 Es precisamente esta fe que el pueblo depositó en las palabras de El Eterno dadas por medio de Mosheh la que coadyuvó para que su salida de Mitsrayim fuera “exitosa”, pues los israelitas cargaron consigo un gran botín, poniendo sus ojos en la tierra en la que ya no habría más esclavitud sino abundancia y prosperidad.

 ¿A dónde nos conduce todo esto? Al hecho de que el bienestar de Yisrael fue la retribución de El Eterno a su confianza en Él. Si bien es cierto que nuestro pueblo fue oprimido durante mucho tiempo, no había llegado el momento determinado por El Santo para rescatarlo; pero cuando se dieron las cosas, quienes estuvieron en contra nuestra tuvieron su pago. Creer las palabras de El Eterno, de manera similar a lo que sucedió con Avraham Avinu[1], también fueron contadas por tsedaqah, esto es, el pueblo hizo justicia al depositar su confianza en el Santo de los santos.

 De aquí aprendemos cosas interesantes, que nos sirven para mantener viva nuestra confianza en El Eterno, Bendito sea:

 Y  Para avivar la fe de Su pueblo en todas las épocas El Eterno ha dado algunas pruebas explícitas de que Su Fidelidad no cambia y que está siempre presto a estar al lado de quienes Le siguen y Le temen. Avraham, por ejemplo, salió a una tierra desconocida para él, pero El Eterno le hizo promesas que fue cumpliendo progresivamente, con lo cual nuestro ancestro no dudó ni un instante en apoyarse enteramente en Él. Nosotros somos testigos de milagros día a día, en los que la Majestad de El Eterno se muestra como “garantía” de que Su Palabra tiene fiel cumplimiento; ello debería ser suficiente para cumplir con nuestra misión a pesar de las adversidades que no faltan en nuestra vida. Y si El Eterno pudo hacer tan grandes cosas por nuestros antepasados, obviamente es capaz de hacer las cosas pequeñas por nosotros.[2]

Y  La maldad siempre es compensada justamente[3], de manera que no debemos temer por causa de quienes se oponen en nuestro camino hacia la Luz; tanto en la época de nuestros antepasados como hoy en día podemos sentir la dura oposición que sufre nuestro pueblo; pero siempre existe la esperanza de llegar a la meta. Avraham no vio el pleno cumplimiento de las promesas, pero nunca dudó que se cumplieran todas; Mosheh pudo ver la tierra a la que el pueblo entraría, y Yehoshua sí pudo entrar a ella, probando de esta forma que la Palabra de HaShem se cumple todo el tiempo.

Y  El hecho de que El Eterno haya revelado Su Nombre Inefable a Mosheh y todo Yisrael nos permite asegurar que tal acción sea extensiva para nosotros[4], lo que nos indica que como pueblo somos herederos de las mismas bendiciones que la primera generación.

 Por tanto, la revelación del Nombre Santo de HaShem, Baruj Hu, nos enseña que El Mismo que llevó a la victoria a nuestro pueblo también lo hará con nosotros, a quienes también nos ha sido dado[5]; y por ello todo lo que emprendamos en aras de la santificación del Nombre seguramente tendrá éxito, que no es otra cosa que llegar a la meta de la mano de Sus decretos, esto es, la Torah.

 Entonces el éxito no depende en realidad de nosotros sino de El Eterno mismo, Quien provee todo lo necesario para que a Sus hijos les vaya bien[6]. Y el hecho de que dispongamos de la revelación del Nombre desde el tiempo de nuestros antepasados, nos permite ver que todo Su Gran Poder “está a nuestra disposición” para obtener el éxito; y para ello, además de creer, debemos actuar en la dirección correcta. De hecho, somos quizá la generación más privilegiada de todas las épocas.

[1] Ver Bereshit 15:6.

[2] Naturalmente entendemos que HaQadosh, Baruj Hu, lo puede todo, y además sin ninguna clase de esfuerzo; esta forma de expresar las cosas tiene el propósito de que entendamos de una forma sencilla que Él también está a nuestro lado.

[3] Ver Tehilim 1:4-6.

[4] ¿Por qué? Una explicación es que por el hecho de que Su Nombre Santo está en la Torah, que concibió para Su pueblo. Y el que ello sea “público” significa en cierta forma que está a nuestro alcance.

[5] Si bien es cierto que la pronunciación exacta del Nombre es aún un misterio, sí sabemos cual es su conformación.

[6] Ver Yehoshua 1:8, Tehilim 1:1-3.

sábado, 7 de enero de 2023

HAFTARA DE LA PARASHA 13- SHEMOT

 

Shemot

(Shemot 1:1 – 6:1)

Haftara: Sefardi (Yirmeyahu 1:1 - 2:3)

Ashkenazi (Yeshayahu 27 6 - 28:13; 29:22,23)

¿Qué implica dejar atrás al mundo y sus deseos?



 Lo sucedido con el pueblo de Yisrael, previo a su salida de Mitsrayim, es una muestra de que antes de ver cumplidas las más grandes promesas seremos probados para poder acceder a ellas. Veamos cuál podría ser el panorama del momento: El rey que surgió después, que “no conocía a Yosef”, trató con extrema dureza a nuestro noble pueblo; pero, ¿había alguna razón para que ello fuera así?

 La historia nos relata que la dinastía de reyes que simpatizaban con Yisrael fue reemplazada por otra que actuaba diferente. Esta circunstancia aparentemente nada tiene que ver con el asentamiento de Yisrael en Mitsrayim, el cual siempre fue pacífico. Pero se dio y eso es lo que cuenta. ¿Para qué?

 Responder este interrogante requiere que recordemos que El Eterno ya había previsto lo que en aquel momento estaba sucediendo. Cuando Avraham Avinu fue hecho objeto de las promesas Celestiales, escuchó lo siguiente: “Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza... Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.[1]

 La situación es así: El pueblo de Yisrael se multiplicó en gran manera, hasta el punto de que llegó a ser más numeroso que el pueblo egipcio. Y este “desbalance de fuerzas” preocupó al rey de Mitsrayim, quien para erradicar el temor que sentía ante esta circunstancia que consideraba una seria amenaza, optó por la fácil solución de someter a nuestro pueblo a una esclavitud humillante. Teniendo en cuenta que los israelitas eran un pueblo de pastores, no es difícil pensar la facilidad con la que fueron sometidos por un pueblo que sí conocía los avatares de la guerra.

 ¿Y cuál fue el pecado que cometió Yisrael para merecer semejante recompensa? No necesariamente lo hubo[2]. Y es aquí donde el pueblo de Yisrael entiende que los designios de El Eterno son sabios por sobre toda sabiduría, y que todo lo que ocurre tiene un objetivo que muchas veces nos cuesta trabajo entender. Obtener las cosas por la vía fácil no es precisamente la recompensa que más disfrutamos; y en este caso, para que Yisrael pudiera realmente apreciar el regalo que le había sido otorgado de antemano, por causa del Amor de El Eterno, era necesario que conociera las dificultades que supone una vida centrada en los propósitos celestiales y no los del mundo.

 Si miramos con una óptica puramente materialista los sufrimientos terrenales, posiblemente podríamos encontrar más de una razón para quejarnos, por causa de la “inequidad” existente en el mundo. Para una mente mundana es injusto que una persona íntegra sufra; pero para la mente espiritual no sólo no es injusto sino que ello es una oportunidad para ser fortalecidos por la Luz de HaShem, Baruj Hu, lo cual implica en sí una inmensa recompensa.

 Teniendo en cuenta la Justicia perfecta del Santo, Bendito sea, podemos ver entonces las cosas de otra manera: Si “aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí”, es porque hay unas condiciones que no se han dado y bajo las cuales la recompensa de Yisrael[3] habría de llegar, y ese tiempo es el que El Eterno utilizaría para probar a su instrumento escogido para ser luz a las naciones, de tal manera que probara su idoneidad.[4]

 Decidir dejar atrás un mundo plagado de idolatría y demás formas de pecado implica un cambio drástico: Lo que antes era deleite para nuestro cuerpo ahora debe ser resistido, tarea que en ninguna manera es trivial. Soportar las tentaciones puede llevar a sufrimiento, pero en definitiva cuando ello es superado nuestro panorama se torna cada vez más claro, porque estamos, en contravía a nuestra anterior forma de vida, permitiendo que la Luz nos haga más plenos, y nuestras verdaderas satisfacciones provengan de los logros en torno a la obediencia a la Torah y no al reconocimiento de los hombres.

 Salir de Mitsrayim es entonces el pasaporte al Olam Haba, es quitarnos el lastre que no nos permite alcanzar mayores alturas espirituales, es quitar la suciedad que impide que la luz se refleje en los demás, es bajar el ego del trono de nuestro ser para dejar tomar posesión de él al más Santo de los santos; es, en pocas palabras, darle verdadero sentido a nuestra vida. Dejar al mundo entonces es aspirar a cosas muy grandes[5], y ello implica que dejemos de fijarnos en lo pequeño y pasajero de esta edad presente.



[1] Bereshit 15:13-14, 16.

[2] Aunque la Torah no lo dice explícitamente, es posible que una parte de Yisrael hubiera sido asimilada por Mitsrayim, y esta asimilación sí es un pecado, ya que se trata de cohonestar con las acciones de una nación idólatra. Sin embargo, afirmar que esta fue la causa de la posterior esclavitud es sólo una hipótesis que no puede ser demostrada, por lo menos por el momento.

[3] El cumplimiento de las promesas a Avraham. Y es recompensa porque de alguna forma soportar con estoicismo todo el sufrimiento a que fue sometido nuestro pueblo no iba a quedar sin su retribución.

[4] Sin embargo, hemos de resaltar ante todo que Yisrael fue escogido porque la Voluntad de El Eterno así lo decidió, y no porque sea mejor que los demás pueblos. Por supuesto, Él de antemano sabía cuál podía ser el mejor instrumento para Sus propósitos.

[5] Lo grande es lo que ha de venir en el mundo futuro; lo presente es nada en comparación con lo por venir.

domingo, 1 de enero de 2023

HAFTARA DE LA PARASHA 12-VAYEJI

 

Vayeji

(Bereshit 47:28-50:26)

Haftara: Melajim Alef 2:1-12


Resumen

 Yaäqov vivió ciento cuarenta y siete años. Antes de morir le pide a Yosef que no deje sus huesos en Mitsrayim, sino que los lleve de vuelta donde estaban sepultados sus padres, a lo que accede su hijo. Yaäqov enfermó y Yosef fue donde él con sus dos hijos, a quienes Yaäqov declara como suyos, y los bendijo poniendo su mano derecha sobre Efrayim y la izquierda sobre Menasheh, a lo que Yosef se opone, pero Yaäqov le explica que el menor será más grande que el mayor.

 Yaäqov entonces bendice a cada uno de sus hijos, declarando que: Reuven no será el principal por haber subido al lecho de su padre; Shimon y Levi serían esparcidos en Yisrael; Yehudah será alabado por sus hermanos y el cetro siempre será de él, especialmente cuando venga Shilo; Zevulun será navegante; Yisasjar será siervo que lleva carga; Dan juzgará en Yisrael; Gad tendrá ejército fuerte; Asher tendrá abundancia de pan; Naftali será como una cierva que andará libre; Yosef será rama fructífera que será bendecida con prosperidad de los cielos y de la tierra y será ayudada por El Eterno; Binyamin será como un lobo feroz.

 Yaäqov hace prometer a sus hijos que sus huesos sean sepultados en Majpelah, después de lo cual murió. Fue embalsamado y se guardó luto durante cuarenta días. Yosef pide que se hable a Far’oh para que permita sepultar a su padre en Kenaan, lo cual fue concedido; Yosef subió con todos los adultos y siervos de Far’oh. Se hizo gran lamento y se sepultó a Yaäqov, después de lo cual Yosef vuelve a Mitsrayim.

 Viendo los hermanos de Yosef que después de la muerte de su padre éste podría aborrecerlos, le dicen que su padre le pidió que los perdonara; ellos se postraron ante él, quien les dice que todo lo sucedido ha sido para bien, y él se encargará de sustentarlos a ellos y sus familias. Yosef pudo ver varias generaciones de sus hijos y antes de morir pide a sus hermanos que suban sus huesos de Mitsrayim. Finalmente muere y es embalsamado y puesto en un ataúd; su vida fue de ciento diez años.

 Yisrael, un pueblo con verdadera identidad

 Las bendiciones que profirió Yaäqov a Efrayim y Menasheh, así como también a todos sus hijos, nos muestran que hay algo muy especial en torno a la formación de nuestro noble pueblo. Todo el significado que representan estas bendiciones, aunque su contenido no carece de mención de bienes materiales, tiene un matiz eminentemente espiritual, pues básicamente es así como fue concebida la nación de Yisrael.

 Nuestros ancestros siempre tuvieron como prioridad la obediencia a la Voluntad del Todopoderoso; y ello se reflejó en su diario caminar, que no estuvo exento de circunstancias en las cuales por causa de alguna debilidad pudieron cometer errores; pero su más honda esencia siempre estuvo caracterizada por la “irradiación” de su imagen y semejanza de Bore Olam hacia los demás, preocupándose por el bienestar del alma de los suyos por sobre todo lo demás.

 Y justamente es ello lo que nos lleva a analizar el trasfondo de las palabras que pronunciaron, Yaäqov en este caso, a sus parientes más queridos. Secularmente somos testigos con frecuencia de testamentos en los que quien expresa su última voluntad invariablemente lo hace legando propiedades materiales a quienes son depositarios de su confianza; y esto, porque normalmente se quiere dejar “en buenas manos” lo que, fruto de años de esfuerzo y trabajo, se considera como las posesiones más importantes[1].

 Sin negar que ello sea importante, pues tiene que ver frecuentemente con el futuro económico de quienes reciben los bienes, realmente no es lo más importante. Al revisar las palabras de Yaäqov a sus nietos y sus hijos, estamos viendo que su énfasis está particularmente enfocado hacia los eventos espirituales que acontecerán en lo sucesivo y hasta los últimos tiempos, porque Yisrael es un pueblo que trasciende al área puramente material, para centrar sus propósitos en lo espiritual.

 ¿Cuál fue el mejor legado que pudieron dejar nuestros ancestros a sus descendientes? Un excelente ejemplo de vida; un comportamiento virtuoso que fue transmitido fielmente, como el mejor activo (que además no puede ser “robado”) que es la base de una vida próspera en todas las áreas, incluida la material. Y a ello sumadas excelsas bendiciones que, además de elevarse por sobre cualquier consideración material, han sido efectivas, lo cual la historia misma se ha encargado de demostrar.

 En unos más y en otros menos las palabras pronunciadas por Yaäqov se hacen evidentes; aunque haya habido asimilación de buena parte de Yisrael a manos de otras naciones, de todas maneras lo que distingue a nuestro pueblo no ha desaparecido y jamás desaparecerá: El apego a la Voluntad de El Eterno, Bendito sea, por medio del cumplimiento de las mitsvot. Y aunque no pretendemos aseverar que ello es característico de la mayoría, lo cual es lamentable, sí existe un puñado de hombres y mujeres que no han permitido que el mundo les asimile, porque además de tener claros sus objetivos, que fueron trazados por nuestros ancestros[2], sus vidas reflejan que los planes celestiales jamás fallaron.

 Que seamos una minoría no significa que Yisrael no exista; tampoco significa que ello es muestra de que el mundo tiene la razón; y mucho menos que la Torah ya caducó o que los decretos de El Eterno ya no son para Yisrael. Nada más lejos de la verdad. Hoy más que nunca se hace urgente que la verdadera identidad del pueblo judío resplandezca, y que la Luz de El Eterno sea más plena; el hombre con todas sus teorías, doctrinas y filosofías se ha encargado de demostrar que en definitiva no pudo hacer tikun, lo que atestigua que sólo al pueblo judío fiel siempre le ha asistido la razón, pues él encarna los deseos más íntimos del Santo de los santos para la humanidad. ¿Y en qué se demuestra la incapacidad del hombre? En el panorama actual de muerte, hambre, injusticia, mentira y demás formas de idolatría que son el común denominador de hoy, y que no permiten vislumbrar solución humana para el caos reinante.

 Por esto es que nos reafirmamos en decir una y otra vez que nuestra prioridad no puede desviarse en pos de “dioses ajenos” sino que nuestras fuerzas deben estar dirigidas hacia la Voluntad de El Eterno, Bendito sea. Ya sentimos las pisadas del Mashiaj, quien establecerá el reino que debió ser desde un principio, y el cual está fundamentado sobre lo espiritual, que es la Torah y todas sus mitsvot. Ya el esfuerzo basado en lo material será totalmente vano.

 Estamos llamados entonces a aferrarnos a nuestra verdadera identidad, que nunca ha cambiado, como sí lo ha hecho la de las demás naciones. De hecho los otros pueblos también tienen la oportunidad de adquirir la ciudadanía celestial, para que todos podamos ser uno con HaShem, Baruj Hu. Y veremos que valió la pena.



[1] No se podría asegurar ni por asomo que un testamento como hoy se conoce sólo contiene bendiciones o al menos ellas formen parte de él.

[2] Quienes fueron guiados directamente por la Mano de El Eterno, Bendito sea.

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