Haftara:
Melajim Alef 18:46-19:21
Hostigar a los midianitas
El Eterno ordenó a nuestro
pueblo salir a hostigar a los midianitas, y herirlos. Para las circunstancias
del momento, era necesario que Yisrael diera una señal inequívoca a los demás
pueblos que no quería participar en sus prácticas, porque había sido escogido
como pueblo qadosh.
En el instante que estaba
viviendo aquella generación, era indispensable, si fuese posible, exterminar a
los pueblos que fueron piedra de tropiezo para Yisrael. ¿Significa esto que
para nosotros la acción a tomar para librarnos de la idolatría de las demás
naciones sea similar a la ordenada por El Eterno a Mosheh y a todos los B’nei
Yisrael? En realidad nuestra lucha con las demás naciones “no es con espada
ni con ejército”, sino
una lucha en el área espiritual, que es donde verdaderamente estamos siendo
atacados, y con gran fuerza.
¿Y cómo debe ser nuestro
“hostigamiento”? ¿Es acaso hablando a los cuatro vientos sobre nuestra fe y
contendiendo por defenderla? No es esto precisamente lo que estamos llamados a
hacer. Es más seguir con firmeza una dirección en la que decidimos no
cohonestar más con las prácticas del mundo; es hacernos a un lado ante la
tentación de disfrutar de lo popular; es estableciendo una diferencia visible
en cuanto a nuestra forma de vida.
La única “arma” de la que
disponemos para una lucha eficaz es justamente la Torah, que es simbolizada por
la espada; y de ella lo que menos podemos decir es que nos incite a acabar con
los demás pueblos; lo que debemos llevar a cabo entonces es la ardua tarea de
hacer de nuestra qedushah algo realmente acepto para el Cielo; si vemos
nuestra vida como una continua lucha con los demás pueblos entonces lo que
debemos hacer es hacer nuestro mejor esfuerzo para alcanzar el ideal sublime de
ser uno con el Uno y Único.
Entonces, más que “atacar”
físicamente, lo que tenemos es la “espada” para conquistar al mundo y ser luz;
nuestra lucha es en defensa de nuestra fe, y de esta forma siempre
encontraremos refugio en Quien siempre nos defenderá, si andamos según Sus
designios y obedecemos fielmente Su Voluntad.
Melajim Alef 18:46-19:3: “Y la mano de El Eterno estuvo sobre Eliyahu, el cual
ciñó sus lomos, y corrió delante de Ajav hasta llegar a Yizreël. Ajav dio a Izevel
la nueva de todo lo que Eliyahu había hecho, y de cómo había matado a espada a
todos los profetas. Entonces envió Izevel a Eliyahu un mensajero, diciendo: Así
me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto
tu persona como la de uno de ellos. Viendo, pues, el peligro, se levantó y se
fue para salvar su vida, y vino a Beer Shevä, que está en Yehudah, y dejó allí
a su criado.”
Melajim Alef 19:4-8: “Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo
de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, Eterno, quítame la vida, pues
no soy yo mejor que mis padres. Y echándose debajo del enebro, se quedó
dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces
él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una
vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de El
Eterno la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino
te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida
caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Jorev, el monte de Elohim.”
Melajim Alef 19:9-18: “Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra
de El Eterno, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Eliyahu? El respondió: He
sentido un vivo celo por El Eterno Elohim de los ejércitos; porque los hijos de
Yisrael han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a
tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. Él le
dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de El Eterno. Y he aquí El Eterno
que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las
peñas delante de El Eterno; pero El Eterno no estaba en el viento. Y tras el
viento un terremoto; pero El Eterno no estaba en el terremoto. Y tras el
terremoto un fuego; pero El Eterno no estaba en el fuego. Y tras el fuego un
silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Eliyahu, cubrió su rostro con su
manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz,
diciendo: ¿Qué haces aquí, Eliyahu? El respondió: He sentido un vivo celo por El
Eterno Elohim de los ejércitos; porque los hijos de Yisrael han dejado tu
pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo
yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. Y le dijo El Eterno: Ve,
vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Jazael
por rey de Aram. A Yehu hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Yisrael; y a Elishä
hijo de Safat, de Avel Mejolah, ungirás para que sea profeta en tu lugar. Y el
que escapare de la espada de Jazael, Yehu lo matará; y el que escapare de la
espada de Yehu, Elishä lo matará. Y yo haré que queden en Yisrael siete mil,
cuyas rodillas no se doblaron ante Baäl, y cuyas bocas no lo besaron.”
Melajim Alef 1 19:19-21: “Partiendo él de allí, halló a Elishä hijo de Safat,
que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Eliyahu
por delante de él, echó sobre él su manto. Entonces dejando él los bueyes, vino
corriendo en pos de Eliyahu, y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi padre y a
mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo? Y
se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes
coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó y fue
tras Eliyahu, y le servía.”
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