sábado, 24 de diciembre de 2022

HAFTARA DE LA PARASHA 11- VAYIGASH

 

Vayigash

(Bereshit 44:18 - 47:27)

Haftara: Yejezqel 37:15-28



 

Sí es posible llegar a ser un tsadiq

 Hemos recorrido una buena parte de la vida de la familia de Yaäqov, al menos cuando estuvo en Kenaan. Y la Torah siempre nos ha relatado los acontecimientos sin disfrazar las fallas que han tenido sus “protagonistas”, fallas que en algunos casos han sido protuberantes, pero que no impidieron que nuestros ancestros pudieran volver al camino de santidad que El Eterno demanda. Y un asunto importante para destacar en los hechos de la parasha justamente tiene que ver con el cambio que una persona puede lograr cuando, dejando atrás sus prácticas mundanas, decide marchar en pos de los principios éticos de la Torah.

 Comencemos por Yehudah; en el episodio de la venta de su hermano Yosef, fue justamente él quien sugirió la idea, que fue acogida por sus otros hermanos. No diremos que se justifica actuar en una forma tal que pensemos que “de los males escogemos el menor”, pues de alguna manera fue eso lo que hizo Yehudah con tal de deshacerse de su hermano[1]. Cuando se apartó de su familia, vemos que abordó a Tamar creyendo que era una ramera, lo que sin duda no es una forma santa de actuar.

 Pero ahora lo vemos suplicando por su hermano (así lo consideraba en lo más profundo de su alma, aunque anteriormente hubiera podido tener celos de él, ya que era hijo de Rajel y no de Leah, que era su madre), hasta el punto de ofrecerse a mismo en reemplazo de Binyamin, con tal de no hacer sufrir más a su padre, lo que a las claras indica que además había adquirido un gran respeto por él, lo cual fue precisamente la base de su súplica hacia Yosef.

 Esta humillación voluntaria de Yehudah nos muestra que él había aprendido muchas cosas: Honraba a su padre, amaba a su hermano aunque su madre no fuera la misma suya, se hizo responsable ante su padre del posible no retorno de Binyamin, no respondió con violencia ni auto justificaciones, y se dirigió con sumo respeto a alguien que él en forma evidente consideraba superior. En otras épocas estas actitudes posiblemente no hubieran sido importantes para él, pero ahora eran vitales, al punto de no importarle cualquier castigo, con tal de que este no hubiera sido sufrido por su hermano, y mucho menos que ello afectara a su padre.

 ¿Y qué es esto sino una transformación en la que este nuevo hombre demostró la humildad que sólo muestran quienes poseen un carácter aprobado por el Cielo? Ahora Yehudah había tomado la vocería de sus hermanos porque consideraba que él debía hacer todos los intentos posibles por reconstruir lo que antes había destruido. Y El Eterno compensó en forma admirable su teshuvah, porque ya sabemos que los hermanos estaban de nuevo juntos, para no separarse en lo sucesivo.

 De los demás hermanos podemos destacar a Reuven, quien le dijo a su padre que él se haría responsable de Binyamin, hasta el punto de que si Yaäqov quería podía hacer morir a sus hijos si no devolvía a Binyamin[2]. Aquí también se demuestra que hubo una sincera teshuvah, pues si antes había deshonrado a su padre, ahora le estaba reconociendo como quien tenía suprema autoridad sobre él.

 Una pequeña mención también merece Shimon, quien se quedó en Mitsrayim como garantía de que los hermanos retornarían con Binyamin; este hombre, que antes con fiereza había matado a los hombres de Shejem en compañía de Levi, ahora humildemente estaba sometido a prisión sin que se mencione alguna reacción negativa de su parte. También Shimon era un hombre diferente y soportó su condición hasta que vinieron los grandes momentos para su familia.

 Y en general todos los hermanos de Yosef aprendieron su lección particular, pues al haberse inclinado ante Yosef mostraron no una adulación hipócrita sino una capacidad de sometimiento y humildad a toda prueba, que mostraba que ellos no estaban para reconocimientos humanos sino para hacer lo que es correcto; al bajar su cerviz demostraron con suficiencia que eran hombres de paz, que habían aprendido de sus experiencias pasadas. Quizá el sufrimiento de su padre por la pérdida temporal de Yosef los hizo reaccionar, pero lo cierto era que su condición del momento era la de hombres completamente transformados, lo cual es atestiguado por el hecho de que estaban arrepentidos por la venta de Yosef, lo cual fue discutido mientras estaban en su presencia, y además fue entendido por él.

 De todo esto podemos ver que las fallas del pasado no son obstáculos para volver a una vida santa. El problema está dentro de nosotros mismos, cuando no tomamos la decisión de actuar en la dirección correcta. Es bueno enfatizar que los problemas no son obstáculos en nuestro camino sino oportunidades que se nos presentan para tomar las mejores decisiones; al enfrentarlos, lo que estamos es abriendo una ventana para que la Luz de El Eterno, Bendito sea, entre más plenamente a nuestras vidas, pues estamos aceptando que lo que nos sobreviene no es sino una muestra de Amor de HaShem para probar Sus vasijas, para que éstas sean perfectas para Sus propósitos.

 No podemos auto justificarnos alegando algo como “yo soy así y no puedo cambiar”; por el contrario, no tenemos disculpas para no permitir que un cambio muy positivo se opere en nosotros. Siempre existe la posibilidad de retornar al buen camino, lo que es posible gracias a que El Eterno nos acompaña con la luz de Su Torah[3].



[1] Él dijo que no había ningún provecho en matar a su hermano, y por ello era mejor venderle; pero no significa que esto último hubiera sido una buena acción.

[2] No compartimos aquello de que “el fin justifica los medios”; pero en la actitud de Reuven se ve un cambio muy drástico, obviamente para bien.

[3] Por supuesto, esta compañía no necesariamente es incondicional; debe haber un deseo sincero de cambiar, porque de los contrario nuestra insistencia en ir por el camino equivocado no será estorbada por el Cielo.

domingo, 18 de diciembre de 2022

HAFTARA DE LA PARASHA 10 MIKEST



 HAFTARA PARASHA MIKET

1 Reyes 3:15 – 4:1

Las pruebas no sólo son retribuciones, sino experiencias necesarias

 Esta parasha nos ilustra en una forma muy práctica que las pruebas a las que somos sometidos son más que compensaciones por nuestras faltas. Si observamos el transcurso de los acontecimientos, veremos que en cada una de las situaciones en las que alguna persona estuvo afectada por alguna aflicción hubo un propósito que no sólo se limitaba a retribuir algún daño del pasado, sino que también llevaba implícita una experiencia que servía para fortalecer el carácter.

 Sin importar la clase de pruebas que deberemos afrontar, todas ellas tienen un denominador común, que es hacernos aptos para nuestra residencia en las moradas celestiales. Y teniendo en cuenta el perfecto nivel de qedushah allí existente, es indispensable que las vasijas que han de recibir la Luz estén listas para ello[1].

 Comencemos por analizar la situación de Yosef. Pasaron dos años en la cárcel y, aunque halló gracia en los ojos del jefe de ese lugar, estaba preso al fin y al cabo. Y cada año de reclusión fue en pago por cada palabra de confianza en los hombres y desconfianza en El Eterno que se permitió pronunciar. Podríamos pensar que el “castigo” fue algo “exagerado”, pues a la hora de la verdad no ofendió o le causó mal a alguien; sin embargo, el problema fue muy grave, pues en realidad ignoró a El Eterno, Quien es el que verdaderamente podía sacarlo de la cárcel; y teniendo en cuenta su nivel espiritual, ello era inadmisible. A juzgar por el relato, Yosef adquirió madurez en la prisión, de manera que aprendió bien la lección. No existe algún relato que evoque en él el recuerdo en la cárcel como algo desagradable. Esto nos enseña a cuidar nuestras palabras, así como nuestras intenciones; muchas veces es mejor permanecer en silencio. No obstante, como lo hemos mencionado, todo lo que hemos de vivir tiene propósitos más elevados que recibir una retribución mida-keneged-mida.

 En contraste con lo anterior, Yosef fue ascendido a un lugar de innegable privilegio; ahora pasó a ser el segundo en el reino, con potestad para tomar las decisiones más importantes. Y aquí Yosef respondió correctamente; su altísimo rango no infló su ego y su comportamiento fue intachable; a diferencia de su padre, por ejemplo, sólo se nos narra que tuvo una sola esposa, que fue la que le dio sus dos hijos[2]. Su gestión al frente fue tan exitosa, que todo estaba sucediendo exactamente como él lo había previsto. Esto nos muestra que aún siendo exaltados por los hombres, debemos permanecer humildes, sin ceder ante tentación alguna, especialmente la que tiene que ver con el deseo de reconocimiento.

 El hecho de no ser reconocido por sus hermanos supone también una prueba grande; aunque en este caso, Yosef sabe tomar ventaja de esta circunstancia, la cual aprovechó leshem shamayim. Lo sucedido en este caso se relaciona mucho con lo ya comentado, y nos enseña que todo es para bien, y siempre debemos tener en mente que algo bueno podemos extraer de una situación de este tipo. Vale la pena anotar adicionalmente que esta escena prefigura de manera importante el momento en que el pueblo de Yisrael, en su mayoría, no aceptó a Yeshua como el Mashiaj.

 Desde el lado de sus hermanos, también obtenemos una buena ilustración, en el sentido de que la hambruna a que fueron sometidos los lleva a tomar una decisión para preservar la familia; aquí no se habla de inconformismo por esta hambruna, sino de soluciones, aunque sin percatarse de que a largo plazo ello sería realmente trascendental[3]. Podemos asegurar sin temor a equivocarnos que si tuviésemos la “oportunidad” de conocer aunque sea por un instante lo que sucederá en nuestras vidas después de las más duras pruebas, veremos que es algo bueno y que valió la pena vivirlas. De aquí se desprende el que nuestra fe debe ser tan auténtica, que sin importar todos los avatares de nuestra existencia nuestra decisión siempre deberá ser la obediencia, porque ello invariablemente nos va a llevar al mejor destino; quizá es más fácil decirlo que llevarlo a la práctica, pero en realidad es importante saber que siempre funciona.

 Continuando con las situaciones que tuvieron que vivir los hermanos de Yosef, vemos que éste los sometió a duras pruebas, las cuales llegaron hasta mostrar su propia auto humillación, que podríamos decir de alguna forma que fue parte del pago por sus acciones del pasado; esta historia es quizá una de las más conmovedoras de toda la Torah (sumada al momento en que Yosef se da a conocer), pues en este punto estamos viendo verdaderos corazones contritos y humillados, que son los que revelan la necesidad de misericordia, pero así mismo el intenso anhelo de recibir la pureza de la Luz Celestial. Y esto es perfectamente aplicable a nosotros: Cuando tenemos que reconocer la superioridad de otra persona en algún área, deberíamos tener el carácter suficiente para demostrarlo, sin llegar por supuesto a la insincera adulación; si hemos de reconocer que hemos fallado, no dudemos en hacerlo, porque aquí es donde se conoce verdaderamente un carácter maduro, porque pedir perdón es de quienes son conscientes de su pequeñez y de la necesidad de reconstruir lo que han destruido y ello es el primer paso, gigante, hacia el logro de nuevos escalones de sabiduría y santidad. La buena noticia es que mientras tengamos vida estamos en capacidad de actuar de esta manera.

 También Yaäqov fue sometido a una dura prueba. El hecho de tener que someterse a la súplica de sus hijos para dejar ir a Binyamin debió ser en su momento una prueba realmente difícil de superar; pero finalmente accede, ya que no sólo “está acostumbrado” a soportar pruebas muy fuertes, sino que de alguna forma ve que sus hijos en ese momento son tsadiqim en quienes puede confiar. De aquí también extraemos una gran enseñanza y es que nuestra vida debe ser tal que aún la más pequeña de nuestras palabras debe ser absolutamente confiable; y esto sólo se logra cuando nuestra vida es enderezada en todos los aspectos, esto es, cuando demostramos con suficiencia que efectivamente somos imagen y semejanza del Amo del Universo. Un punto de referencia “menor” no puede ser nuestro objetivo[4].

 Retomando lo sucedido con Yosef, hemos de tocar un asunto que los sabios de nuestro noble pueblo no han pasado por alto, y es que no reaccionó cuando sus hermanos se refirieron a su padre como siervo suyo. Podríamos tratar de justificarlo diciendo que las circunstancias no eran propicias, pero la verdad es que esto también tuvo su recompensa. Cuando ostentamos sitiales privilegiados estamos en una situación de inminente riesgo ante muchas tentaciones, y por ello nuestra mirada no puede estar dirigida hacia las apariencias de esta edad presente, sino hacia el Trono de Gloria, sabiendo que sólo somos siervos del Verdadero y Único Rey.

 [1] Si tomamos como ejemplo la vida diaria, podemos ver que existen aparatos que deben resistir bien sea grandes pesos o grandes presiones para poder ser utilizados; las pruebas a que son sometidos para comprobar su calidad son en extremo fuertes; cuando la prueba termina y el aparato en cuestión conserva su estado original, se toma como prueba de su calidad; algo análogo se puede describir sobre cosas como un marcapasos y otras máquinas más, que son críticas para la tarea que realizan, y por ello deben someterse a pruebas rigurosas.

[2] Esto es muy digno de ser destacado, pues Yosef se encontraba en un país totalmente idólatra; las tentaciones del mundo son muy fuertes, como seguramente fueron las que tuvo que soportar en Mitsrayim, pero Yosef se mantuvo firme, y de ahí que no hubiera sido desplazado de su cargo.

[3] Hemos de destacar la Bondad insuperable de El Eterno, por el hecho de que de todas maneras encamina la decisión de la familia de Yosef a viajar a Mitsrayim, que era el único lugar en el que había pan, lo que nos muestra que Su guía no nos abandona, aún en las situaciones más difíciles.

[4] Ver Efesios 4:13.

domingo, 11 de diciembre de 2022

HAFTARA DE LA PARASHA 3 LEJ LEJA IAN

 

  Haftara de la Parashá Lej leja

Que se encuentra en Yeshayahu 40:27 – 41:16


 COMENTARIO  DE YEHUDA BEN YISRAEL (IAN)

 En los comentarios de la parashá Lej Leja llamado “El deleite de la luz infinita” podemos ver que el patriarca Abraham fue el primer hombre en toda la tierra en escuchar las promesas del Eternos bendito sea.

Aquí nos preguntamos ¿Por qué es este hombre objeto de tantas promesas? Y aquí vemos que esto paso porque así lo determino el Eterno por que ese mismo hombre que fue objeto de tantas promesas tuvo fe en el eterno y obediencia tanto así que iba a dar la vida de su hijo solo por obedecer al Abba kadosh.

El siguiente párrafo nos enseña que hay muchos escritos intelectuales que han tergiversado los que es vivir por la fe ya que vivir por la fe es muy sencillo.

¿Adonde nos quiere llevar este texto? Este texto nos lleva a que la fe de Abraham fue una Tsedaqah a el Eterno y esa Tsedaqah fue recompensada con la tierra prometida.

Este asunto verbalmente es bastante simple. Ya que Abraham siempre tuvo fe en el Eterno, aunque incluso era parte de los idolatras, el aparto la idolatría de su vida para poder pertenecer a las moradas eternas.

En este texto vemos que si por lómenos una chispita del Eterno estuviera en nosotros, con esa fe nosotros seriamos verdaderamente pertenecientes al pueblo de Israel.

¿Por qué la recompensa fue tan grandiosa?

Para responder esa pregunta leamos el siguiente texto:

Antes de que la creación fuese realidad, el único existente era el todo poderoso, y sabiendo ya que él es suficiente para todo, no quiere recibir nada de nadie, por lo tanto, su deseo es dar, pero dice que para dar debe haber alguen que reciba y para eso fuimos creados nosotros, pero las acciones del hombre mostraron que no estaban dispuestos a recibir y por esa causa sucedió el diluvio.

Hasta que llego nuestro patriarca Abraham que, si supo recibir, compensando el deseo de dar de el Eterno bendito sea. Y, esto el lo hizo creyendo y eso es lo que cada uno de nosotros deberíamos hacer, creer en el eterno mas que en cualquier cosa. Cada uno de nosotros debemos darnos la oportunidad de dejarnos caer en los brazos del Eterno. Es hora de ser osados y apartarnos, olvidar todas las promesas de este mundo para poder aferrarnos a las promesas del Eterno.

 Entrando en los comentarios de la Haftara:

 Yeshayahu 40: 27 – 31 dice:

¿Por qué dices oh Yaäkov y hablas tú, Israel: mi camino esta escondido de el Eterno y de mi Elohim paso mi juicio? ¿No has Sabido, no has oído que Elohim es el eterno, quien creo los cielos y la tierra? Es un Elohim que no desfallece, que da fuerza al cansado, los muchachos flaquean y caen, pero todos los que esperamos en el Eterno siempre tendrán fuerza, no desfallecerán ni fatigarán.

Vemos que todo lo hecho por el Eterno tiene un propósito, en la época anterior a Abraham avinu el panorama era muy similar al que había antes del diluvio. Hombres tuvieron hijos y luego murieron.  En ese tiempo lo que dominaba todo el panorama era la idolatría.

Si vemos detenidamente esta escena podríamos pensar que esto no tiene ningún sentido. Todo era nacimiento, reproducción y muerte.

A quienes siguen la torah le serán renovadas las fuerzas, si nos mantenemos en la senda de la luz tenemos seguridad en que nuestras fuerzas siempre son renovadas para resistir las circunstancias en las que nos encontramos.

 Entrando en la segunda lectura del 41: 1 – 4 dice:

Escuchen costas, esfuércense pueblos, estemos juntamente a juicio ¿Quién despertó del oriente al justo, lo llamo para que los siguiese, entrego delante de él las naciones y le hizo enseñorear reyes, los entrego a su espada como polvo, como hojarasca que su arco arrebata? ¿Quién hizo y realizo esto? El eterno amo de legiones fue quien hizo esos milagros contemplados por el hombre.

Este texto nos muestra lo que fue la vida de Abraham avinu, quien fue objeto de muchas promesas hechas por el Eterno, a ese hombre llamado Abraham le fueron dadas muchas bendiciones y algunas le fueron otorgadas a lo largo de su vida y esto paso por la fe que es tenia hacia el Eterno. Esto nos enseña que el eterno nunca deja caer su palabra por el suelo.

Pero, no solo las bendiciones estaban al alcance de Abraham. El mismísimo Eterno dice que también esta con los postreros, esto significa que están cubiertos por las promesas mas sublimes del Eterno bendito sea.

Ya siguiendo con los comentarios de la Haftara

Las costas tuvieron miedo, la tierra se asustó; se congregaron y vinieron, cada quien ayudo a alguen. Tu Israel siervo mío eres, tu Yaakov, a quien escogí.

 Esfuerzo diario que en muchos casos dice la verdad, en cuanto a que hay conciencia de que es necesario hacer algunas cosas para obtener el sustento de la familia, la mayoría de veces esta enfocado en lo inmediato y eso nos resta posibilidades a cada uno de nosotros a la búsqueda que puede llevar a mayores frutos.

Pero, otro es el panorama de Abraham, no es que, porque creemos que ninguno de sus hijos tiene problemas, no es cierto, la manera de pensar de cada hijo de nuestro pueblo en cuanto a los que hay que hacer los pueblos no están de acuerdo porque lo que ellos establecen es diferente.

El gentil tiene momentos en que puede llegar a reconocer que todas las dadivas provienen del Eterno. El judío se eleva a un grado muy superior de kedusha ya que le es otorgado por el Eterno por pequeño que parezca.

La última parte de este texto nos recuerda el llamado a Abraham, que nos sirve para seguir el ejemplo impartido por el, de manera que seamos una pequeña luz para el mundo y tener una vida de shalom.

No tengas miedo, que yo estoy contigo, no desmayes, porque yo soy tu Elohim que siempre te ayuda, que te sustenta con su diestra y todos los que se enojen contra el eterno bendito sea serán humillados y confundidos; perecerán los que contienden contigo. Elohim te sostiene por tu mano derecha y te dice, no temas que yo te ayudare, yo soy tu socorro dice el Eterno bendito sea.

Palabras de consuelo y esperanza son estas para nuestro pueblo Israel, siendo en un principio nada para los otros pueblos, siempre estará resguardado por el Eterno bendito sea.

Por tanto, no debemos temer si actuamos según la torah, lo cual debe ser un eco de las palabras que expresan en gran medida la actitud de Abraham avinu.

Nosotros todos somos herederos, pero esta condición debe ser sostenida por nuestras obras.

Ya para terminar

He aquí yo te he puesto por trillo nuevo, lleno de dientes, trillaras montes y moleras, y collados reducirás a tomo.

Preocuparnos por el hecho de que Israel juzgara el futuro de todo lo que existe, y saber que cualquier cosa que se oponga no seguirá existiendo, nos llena de gloria a cada uno de nosotros saber que llegara el día en que nuestra alegría será eterna.

Esto parece al padre que para poder ver una satisfacción y alegría genuina en su hijo por poder tener una recompensa por X cosa le hace pasas por diferentes pruebas para que demuestre que efectivamente va a estar en capacidad de disfrutar adecuadamente del regalo que el Eterno tiene destinado para él.

Esto nos enseña que el padre para poder adquirir el conocimiento, de ver la alegría y la satisfacción de su hijo al haber logrado una meta, pasa por diferentes pruebas para poder demostrar que si esta en la capacidad de disfrutar correctamente el regalo que le asigno el Eterno. ¿Amen?

Así es que shalom a todos mis amados hermanos y gracias por esta oportunidad que me a sido otorgada.

 

 

 

 

 

 

HAFTARA DE LA PARASHA 9 VaYetsé

 


(Bereshit 37:1 - 40:23)

Haftara: Ämos 2:6 – 3:8

 Un plan perfecto a pesar de los errores humanos

 La historia de Yosef, como tema central de la parasha, nos muestra que, aunque los seres humanos cometemos errores y muchas veces voluntariamente hemos escogido un camino diferente de la Torah, no ha habido la más leve posibilidad de que las promesas o decretos de El Eterno dejen de cumplirse. Es interesante que a pesar de las muy diversas circunstancias que vivieron nuestros ancestros los propósitos celestiales llegaron (y llegarán) a feliz término. Veamos cómo se dio para el caso de esta sección de la Torah:

 Y  Yaäqov prefería abiertamente a Yosef; esto despertó celos en sus hermanos, lo que de por sí fue causa de división durante mucho tiempo. El Eterno quiere familias consolidadas con lazos de unión y amor, pero el momento en que esto ocurrió la situación estaba lejos de ser la ideal. Esto debe servirnos como ejemplo de lo que no se debe hacer, pues ello conduce necesariamente a problemas que atentan contra la unidad de la familia. Pero de esto se valió El Eterno para probar después a Yaäqov, pues su hijo le fue arrebatado por varios años.

Y  Yosef contó sus sueños a sus hermanos en unas circunstancias en las cuales le hubiera sido mejor callar; los ánimos de sus hermanos no estaban como para que él contara unos sueños en los cuales a todas luces él era exaltado por sobre ellos. Esto trajo aún más división, lo que ocurrió independientemente de que el relato de Yosef hubiera sido cierto o no. He aquí una gran enseñanza, que es común en toda la Torah: Cuán importante es callar, pues “aún el necio, cuando calla, es contado por sabio[1]. Cuando no reprimimos nuestra lengua y decidimos hablar, estamos permitiendo que nuestro ego se enseñoree de nosotros, lo que nos lleva a caer en errores continuamente. Esto también fue utilizado por El Eterno para que la auto exaltación de Yosef fuera retribuida con una venta como esclavo.

Y  Yosef fue vendido a unos mercaderes porque sus hermanos querían deshacerse de él; viajar como un esclavo a tierras desconocidas no debe ser muy agradable, máxime si se ha sido el preferido de entre muchos[2]. Esto fue una circunstancia que El Eterno utilizó para iniciar el viaje de toda la familia de Yisrael a Mitsrayim; ésta muy posiblemente no era la forma más adecuada, pero al fin y al cabo servía para los planes celestiales. Esto nos muestra que si el Cielo decreta algo, simplemente sucederá, y además en el tiempo establecido.

Y  El episodio de Yehudah con Tamar forma parte de los planes de El Eterno; aunque este relato no se relaciona con la vida de Yosef también nos presenta cuadros interesantes en cuanto a los errores que pueden cometer las personas, y que finalmente no desvían los planes de El Eterno. Yehudah se fijó en Tamar sin conocerla, pues ella cubría su rostro con un velo; por su parte Tamar era consciente de la importancia de su descendencia, y de ahí que optara por hacer su parte para que todo se diera. En el caso de Yehudah, su deseo por cohabitar con quien creyó que era una ramera terminó por ser el primer eslabón de una larga cadena en la cual estarían enlazados todos los más ilustres reyes de Yisrael; y todo a pesar de que en ese instante esas no eran sus intenciones, a juzgar por el relato de la Torah. Por el lado de Tamar podemos decir que sus intenciones sí eran leshem shamayim, aunque en cierta forma “confió” en sus fuerzas; pero de todo ello se valió el Todopoderoso para que Sus designios no fueran postergados. Debemos tener en cuenta que si nuestras acciones son en aras del Cielo, muy seguramente van a encontrar respuesta positiva a sus propósitos[3]. En realidad deberíamos decir que todas nuestras acciones deben serlo. Finalmente, debemos resaltar que este relato se justifica plenamente porque de la unión de Yehudah con Tamar habría de venir la descendencia de los reyes de Yisrael, entre los que muy especialmente se encuentra el Mashiaj.

Y  Yosef dice unas palabras que expresan confianza en los hombres y no en El Eterno; a pesar de su conducta intachable en la cárcel, y sabiendo que Quien conduce todo es El Eterno, Bendito sea, dijo cosas que explícitamente depositaban su confianza en una persona; de ahí que por cada palabra errónea tuvo que estar un año en prisión. Pero después de este tiempo (¡el tiempo de El Eterno!), Yosef ya había madurado y estaba listo para ser parte activa del plan que había de ser consumado para su familia; pero tuvo que pagar un costo muy alto previamente. De aquí aprendemos que hemos de ser juzgados por todo lo que decimos a diario; pero también que nuestro lenguaje debe ser tal que santifique el Gran Nombre del Santo de los santos, porque sólo Él lo merece, y es a Él a Quien debemos todo; por tanto, debemos pensar para hablar, y cuando hablemos debemos hacerlo de tal forma que nuestras palabras expresen nuestra total dependencia de HaShem, Baruj Hu[4].

 

De lo anterior podemos decir que “el camino largo” es el que el hombre ha recorrido en su búsqueda espiritual, prefiriendo confiar en sus propias fuerzas y no en la guía de El Eterno, Bendito sea. Y por ello le han sobrevenido toda clase de adversidades, porque es eso lo único que se puede esperar cuando nos salimos del cerco seguro de la Torah y sus mitsvot. Pero después de sufrir penalidades se ha dado cuenta que lo mejor hubiera sido transitar por “el camino corto”, que es justamente la obediencia al Creador. Y en este tiempo hay ese despertar en el que no se ve otra alternativa diferente para encontrar la Luz, y por ello vemos tanta inquietud por conocer más sobre los asuntos celestiales, porque en definitiva es allí donde está la solución a la actual situación de maldad existente en el mundo.

 Pero en cualquier caso, hemos de exaltar la Omnipotencia del Todopoderoso, pues a pesar de nuestras múltiples fallas, Sus planes se han cumplido sin que se caiga a tierra ninguna de Sus promesas[5]; esto se puede comprobar con el relato de la parasha, pues la familia de Yisrael fue fortalecida en Mitsrayim, pues fue allí donde creció abundantemente, para después salir con gran botín, que fue provisto porque nuestro noble pueblo halló gracia en los egipcios, previo a su salida de allí.

 


[1] Mishlei 17:28.

[2] Esto también fue parte de la retribución mida-keneged-mida que recibió Yosef por causa de sus errores. Aunque cuando decimos que hay una retribución, también hemos de enfatizar que en el fondo lo que realmente sucede es que El Eterno está probando sus instrumentos para que su carácter sea templado, de manera que se formen instrumentos idóneos. De todas maneras, las retribuciones sí existen porque El Eterno es Justo.

[3] Por supuesto, no aprobamos aquello de que “el fin justifica los medios”; simplemente enfatizamos la necesidad de acatar lo establecido en la Torah para que TODO sea de acuerdo con los designios Divinos.

[4] Por supuesto, no sólo nuestras palabras, sino mayormente nuestras acciones.

[5] Esto no significa en manera alguna que nuestra vida puede estar plagada de pecado y errores; por supuesto, a pesar de ellos, El Eterno cumplirá, pero quien esté inmerso en una vida de pecado necesariamente tendrá su retribución, que es conforme a sus obras.

HAFTARA DE LA PARASHA 8 Vayishlaj (Bereshit 32:4 - 36:43)

 

Vayishlaj

(Bereshit 32:4 - 36:43)

Haftara: Övadiah 1:1-21

Una lucha fructífera

 La lucha que tuvo que emprender Yaäqov con el enviado de El Eterno es mucho más de lo que en sí está escrito; y es éste uno de aquellos pasajes en los cuales el relato está cargado de enseñanzas que bien vale la pena revisar, pues de aquí aprendemos verdaderas joyas que es en gran manera importante tener presentes en nuestro diario caminar, que debe proyectarse hacia la Luz Infinita del creador. Veamos cuáles son éstas:

 Y  La lucha sucedió antes de encontrarse con su hermano Ësav; a pesar de que el enviado era el ángel de Ësav (de acuerdo con los sabios de bendita memoria), de todas maneras era un enviado de El Eterno para cumplir una misión en aquel momento, y por lo tanto en últimas lo que buscaba era el fortalecimiento de su carácter y determinar si efectivamente iba a responder de manera adecuada a la tentación de engañar de nuevo a su hermano, o incluso a la tentación de no enfrentar los problemas que fueron ocasionados por él mismo. El hecho de que el ángel hubiera sido enviado para este propósito nos enseña que efectivamente nuestro ancestro estaba listo para asumir los retos que le estaban preparados en adelante.

Y  El ángel no puede vencerlo; si hemos de ser exactos, un ángel, en términos “humanos”, tiene un poder infinitamente mayor que un hombre, pues está capacitado para cumplir la misión encomendada por HaShem, por difícil que sea; lo que pasa aquí es que a él no le es permitido ir más allá de las capacidades de Yaäqov, que es a quien el Cielo está probando para ver su estatura espiritual; entonces lo que el ángel está es “sopesando” la calidad espiritual de Yaäqov, que resultó esta vez con una “alta calificación”; esto es, estaba listo para acometer la difícil tarea de enfrentar no sólo a Ësav sino las demás pruebas que habrían de sobrevenirle, muy duras por cierto. Pero sólo así puede ser probado un tsadiq. Esto nos enseña que si vienen las pruebas, “démosles la bienvenida”, porque ello es muestra de que El Eterno tiene un gran propósito para nuestra vida; no creamos que una vida plácida significa una buena estatura espiritual; mejor dicho, si no somos probados, tenemos suficientes motivos para preocuparnos.[1]

Y  El muslo de Yaäqov fue descoyuntado; esta escena nos muestra que no por ser instrumentos idóneos “siempre la pasaremos bien”; por el contrario, seremos sometidos con gran frecuencia a pruebas que nos irán puliendo realmente; la cojera que caracterizó a nuestro patriarca el resto de sus días nos hace ver que aunque el camino sea duro, y muy frecuentemente se nos presenten problemas, podremos superar los obstáculos que se nos presenten, pues nuestras limitaciones, representadas en la cojera, serán un fiel testigo de que sí podemos satisfacer las demandas divinas. Pero la cojera también representa la humildad con la cual debemos conducirnos en todo; es posible que seamos señalados injustamente o, menospreciados sin razón, pero El Eterno está delante de nosotros como nube que nos conduce de día y como antorcha que nos guía en la noche; y cuando nuestros detractores quieran hacernos daño, Su Presencia estará presta a ayudarnos, como ha sucedido siempre con el remanente fiel.

Y  El nombre de Yaäqov fue cambiado por Yisrael; al haberse comprobado por el Cielo que nuestro patriarca no era más el engañador de otros tiempos, y que su carácter había madurado en gran manera, El Eterno decidió cambiar su nombre, que no es otra cosa que la manifestación externa de su nueva naturaleza: Ahora sus acciones estarían del lado de El Eterno, y serían una prueba de que la Luz del Santo de los santos brillaba en él. Además el cambio de nombre indica que una gran fortaleza para resistir los embates de las fuerzas oscuras estaba creciendo progresivamente, anticipándose con ello a lo que sería la historia de nuestro noble pueblo.

 Este pasaje nos enseña entonces que un tsadiq necesariamente debe mostrar su condición ante El Eterno para que pueda ser instrumento efectivo para los propósitos celestiales. El resultado final de la lucha de Yaäqov con el ángel nos muestra un cambio de nombre, lo que significa que la nueva naturaleza de nuestro patriarca había sometido por completo a su vieja naturaleza; ahora estaba capacitado para que su vida estuviera sometida a los designios de El Eterno, sin importar cuán fuertes pudiesen ser sus futuras pruebas.

 Después de este evento Yaäqov tuvo que soportar la pérdida de Rajel, la muerte de su padre y la penosa desaparición de Yosef, pero en estos casos su actitud fue bien distinta; aunque posteriormente de todas maneras cometió errores, la Presencia de HaShem le acompañó porque en medio de sus faltas, que fueron opacadas por sus virtudes, fue fiel a la misión que le fue encomendada.

 Por tanto, podemos tener la absoluta certeza de que también nosotros, aunque quizá no tengamos la talla espiritual de nuestro ancestro, estamos en capacidad de aportar lo que nos es encomendado, y con “nota alta”, esto es, según lo que El Eterno requiere. Habrá pruebas y situaciones adversas, que no son sino oportunidades para seguir abriendo el camino hacia la Luz, que en últimas es nuestro objetivo final. Lo demás es pasajero


[1] Lo que se sabe de plano que no sirve, obviamente no requiere prueba, pues de entrada ya está descartado para algún propósito, ya que se sabe que “no dará la talla”.

HAFTARA DE LA PARASHA 7 VAISET

 

Vaietse

(Bereshit 28:10 -32:3)

Haftara: Sefardi (Hoshea 11:7-12:12) Ashkenazi (Hoshea 12:13-14:10)

¿Por qué los tsadiqim son puestos en pruebas tan difíciles?

 En la historia de nuestro noble pueblo podemos ver muchos contrastes, en cuanto a que muchos malvados prosperan y muchos hombres justos sufren, lo que en algún caso podría generar algunos interrogantes en torno a la Justicia del Todopoderoso, pues no parece tener mucho sentido que ocurran dichos contrastes.

 Sin embargo, hemos de partir del hecho que El Eterno es realmente Justo y retribuye a cada cual según sus obras; y alguno podrá preguntar: Aún así, ¿no son quizá muy severas las pruebas por las cuales tienen que pasar muchos hombres justos? En nuestra condición humana, bien limitada por cierto si hemos de compararla con la Sabiduría insondable del Santo, Bendito sea, es posible que consideremos como “exageradas” las pruebas a que son sometidos los justos, quienes en algunos casos no alcanzan a disfrutar ni medianamente las cosas materiales.

 Pero todo ello debe verse con la óptica correcta; y trataremos de analizar este hecho, de acuerdo con lo siguiente:

 Y  La retribución mida-keneged-mida es para todas las personas; cada persona necesariamente recibe lo que merece por causa de sus obras, sean buenas o malas[1]; si un rasha recibe abundancia de bienes materiales, podemos estar seguros de que tal cosa es una retribución a alguna obra, que merece ser recompensada; de igual manera, si un tsadiq actúa mal será retribuido como corresponde. Por lo tanto ninguna injusticia hay de parte de El Eterno, jas veshalom. El ejemplo claro es justamente el decreto que dice “ojo por ojo, diente por diente…”.

Y  Así como cada obra tiene su recompensa, también tiene un tiempo preciso en el cual ha de venir; dependiendo de la acción, la retribución no necesariamente es inmediata, de manera que ésta llega en el tiempo que dispuso El Eterno, que es Justo por sobre toda justicia. De allí que muchas veces pareciera que nuestras oraciones no fueran contestadas, pero lo que sucede es que aún no es el tiempo de recibir la recompensa. Cuando Mosheh Rabenu estuvo “fracasando” en sus intentos por convencer a Far’oh de que dejara salir a Yisrael de Mitsrayim, realmente estaba caminando hacia la recompensa de salir, además con abundancia de bienes; el tiempo estipulado era cuando Far’oh se negara por décima vez.

Y  Cuando un rasha prospera o un justo sufre pareciera que no hay justicia; cuando se presenta el caso de un rasha que recibió un bien en gran cantidad, justamente después de haber cometido alguna falta, se podría pensar que la justicia simplemente no existe, pues la verdad es que a primera vista esto no tiene ningún sentido; de manera similar, puede ocurrir que a algún justo le sobrevenga algún mal justamente después de realizar alguna muy buena acción. En los dos casos una buena explicación es que cada uno recibió la recompensa por alguna acción pasada, y ese era el momento de recibir el pago. Y esto es independiente de las demás acciones; recordemos que cada obra tiene su recompensa. En el caso de un rasha que prospera podemos citar a Lavan, que prosperó muchísimo cuando Yaäqov estuvo con él; una buena parte de esa prosperidad fue por causa de haber acogido a Yaäqov. Un tsadiq que sufre encuentra un ejemplo admirable en Yaäqov, pues tuvo que soportar muchas penurias, las cuales sucedieron por causa de sus muchos engaños del comienzo.

Y  La temporalidad de las recompensas en el Olam Haze nos permite deducir que ellas son nada en comparación con las recompensas eternas; esto no necesariamente significa que debamos despreciar la abundancia de bienes en esta edad presente, ya que justamente es aquí donde determinamos el valor de las recompensas eternas, sino que debemos poner nuestros ojos en lo eterno y no en lo temporal. Ësav es un buen ejemplo, pues su “recompensa” por vender su primogenitura fue un apetitoso guisado. Obviamente sabemos que era recompensa para él, mas no para Yaäqov.

Y  Las retribuciones también son “proporcionales” al grado de conocimiento de las personas; esto nos indica que la retribución de un rasha y un justo por realizar la misma mala acción es diferente, pues en el caso del rasha el castigo no es tan grande como podría serlo para un justo, ya que el primero pudo haberlo hecho por ignorancia, pero el último lo hizo conscientemente. Un ejemplo interesante es la fornicación que es practicada por las naciones gentiles, que no es castigada tan duramente; de hecho, en innumerable cantidad de veces no se castiga; sin embargo, el acto de fornicación de Zimri le significó la muerte a manos de Pinjas, además públicamente, porque se trataba de un hijo de Yisrael que conocía perfectamente la magnitud de su falta.

Y  El rasha, que no entrará al Olam Haba, tiene su recompensa en esta edad presente; pues de esta forma no habrá nada para compensarle en el Mundo Venidero. El ejemplo en este caso es el de la descendencia de Ësav, que sigue dominando el mundo, pero que espiritualmente no tiene cabida en el Olam Haba. Por supuesto, nos referimos no a quienes son descendientes en la carne por el hecho de ser poseedores de esta condición, sino quienes siguen las pisadas de la maldad.

Y  El justo es el fundamento del mundo; por tanto, es necesario que demuestre que efectivamente es idóneo para cumplir los planes de El Eterno, Bendito sea. Las pruebas de los justos son realmente duras, pero éstos las soportan con paciencia, sabiendo que son siempre para bien, óptica que no es compartida por el resto del mundo, o al menos por la mayoría de las personas. No sólo Yaäqov fue duramente probado; el Mashiaj fue probado hasta ser llevado a la muerte, pues debía probar que sí era el instrumento adecuado para la redención de la humanidad.

 De todo lo anterior, podemos ver que los tsadiqim deben ser probados, pues son los pilares del sustento del mundo, pero toman siempre esas pruebas como algo que sucede para bien, lo cual es una correcta apreciación; para el gentil esto simplemente puede tratarse de una injusticia. Pero también es importante tener en cuenta que toda prueba a la que alguien sea sometido es porque es capaz de superarla; El Eterno, Bendito sea, no pone pruebas insuperables.

 



[1] Ver Qohelet 12:14.

HAFTARA DE LA PARASHA 6 TOLDOT

 

Toldot

(Bereshit 25:19 -28:9)

Haftara: Malaji 1:1 – 2:7

 

El Eterno sí cumple

 Esta parasha nos ofrece una serie de situaciones en las cuales pareciera que las cosas están fuera de control, pues en varios casos hubo alguna falla que, humanamente hablando, hubiera podido llevar a consecuencias irreparables; sin embargo, independientemente de la forma como sucedió todo, no cayó a tierra ninguna de las palabras que pronunció El Eterno, lo que nos demuestra que Su Poder está por encima de cualquier capacidad humana, pues además de que todo lo conoce de antemano siempre es capaz de encaminar los acontecimientos de tal forma que Sus propósitos se cumplan. Examinemos cómo es esto:

 Y  Rivkah renegó por causa de su dolor en su vientre, pues sus hijos luchaban dentro de ella; esto hubiera podido traer otro desenlace, pues si la Justicia Celestial hubiese retribuido en ese momento sus palabras (“¿para qué vivo yo?”), el episodio narrado en la Torah hubiera podido ser otro; pero a pesar de ello, los hijos nacieron y los acontecimientos siguieron su curso. Para nosotros esta situación aplica en gran manera: Aunque nos quejemos de nuestras adversidades, ellas están allí para formar nuestro carácter y porque podemos superarlas. Pero, sin importar cómo reaccionemos, El Eterno tiene la salida para cumplir Sus propósitos preparada de antemano, lo que no significa que debamos renegar, pues de todas maneras obtendremos la retribución justa por ello.

Y  Ësav vendió su primogenitura; este es un caso único en la Escritura, en el que el hijo mayor tiene en poca estimación un privilegio tan grande. Podríamos preguntarnos: ¿Qué hubiera pasado si no accede a la demanda de Yaäqov? Esta pregunta no tiene respuesta, porque de hecho no sucedió así; lo único que podríamos decir es que El Eterno ya lo tendría previsto y tendría la solución para ello[1]. Lo que sí podemos afirmar es que nuestro lugar no nos ha sido asignado por azar; por el contrario, la condición de la que disfrutamos corresponde a un plan maestro diseñado en la eternidad, para que cumplamos a cabalidad lo que se nos ha encomendado. Ësav fue inferior a lo que se le asignó, y por ello su fin sería servirle a su hermano. Nosotros, en lugar de mirar  hacia los lados para permitir que aparezcan sentimientos como la envidia, debemos hacer lo nuestro según nuestras capacidades.

Y  Yitsjaq no fue claro con Avimelej en el asunto de su esposa; El Eterno no necesita de nuestra ayuda, por muy piadosa que parezca; de hecho no necesita de nada ni de nadie. Por lo tanto, si nuestro ancestro no hubiera cometido este error, con absoluta seguridad El Eterno habría obrado de tal manera que Rivkah no hubiera sido abordada por Avimelej. Las pruebas que nos son asignadas tienen un propósito y es que las superemos, para que nuestro carácter poco a poco sea formado en la dirección correcta. Pero también en este caso El Eterno impidió que las cosas tomaran el rumbo equivocado. Esto tampoco es un llamado a una vida de contemplación en la que no actuamos sino que “esperamos” pasivamente; definitivamente nuestra misión no es “contemplar” sino “actuar”, pero obviamente sin salirnos del camino.

Y  Yaäqov engañó a su padre, secundado por Rivkah; si somos realmente conscientes de la acción de Yaäqov, tendremos que decir que fue una falla grave en extremo, pues estaba engañando a su padre, a quien le debía el más absoluto respeto[2]. Aquí aplica exactamente el comentario anterior, pues Rivkah y Yaäqov actuaron como si pretendieran “ayudarle” a El Eterno, Bendito sea; esta fue, más que una buena intención por cumplir con los planes de El Eterno, una falta de fe evidente, que generó no sólo una sed de venganza por parte de Ësav, sino un temor más que justificado por parte de Yaäqov. De aquí vemos que no sólo valen las intenciones sino las buenas acciones, que son las que están alineadas con la Torah; otra cosa no está en la dirección correcta. Eso tampoco significa que vayamos al extremo de no hacer nada.

Y  Yaäqov huyó porque temía por su vida; ¿qué pasaría si no lo hubiera hecho? De todas maneras esa fue precisamente la circunstancia que El Eterno utilizó para probarlo, pues de hecho tenía pendiente su retribución por los engaños anteriores. Con este cuadro vemos que igual los propósitos celestiales se cumplieron sin demora. En nuestro caso esto nos enseña que a los problemas es necesario hacerles frente; por supuesto, cuando la vida está en juego, y es claro que no vale la pena correr riesgos, lo más prudente es apartarse. Pero insistimos, lo mejor es no propiciar problemas, que fue lo que ocurrió con Yaäqov; de hecho su nombre le fue cambiado después, porque ya su carácter era el que El Eterno deseaba.

 No sólo éstos sino muchos más pasajes en la Torah nos evidencian que, “a pesar de nosotros”, El Eterno es Fiel para cumplir Su Palabra. Las circunstancias a nuestros ojos pueden parecer incluso absurdas, pero incluso allí la Majestad del Rey del Universo no pierde el control y tiene todo dispuesto de antemano para que todo sea según Su Voluntad. Por ello, es necesario que con este conocimiento hagamos de nuestra fe algo auténtico, pues su base son las palabras de El Eterno, Bendito sea, que son firmes y siempre se cumplen.

 



[1] La línea de pensamiento que se refiere a la existencia de mundos paralelos, que corresponderían a “lo que hubiera sucedido si no escogemos el camino por el cual vamos actualmente”, también por supuesto ve que aún en ellos El Eterno domina todo, y por ello nada se le escapa de su control.

[2] Paradójicamente, Ësav no le mintió a su padre, pues de verdad lo honraba, a tal punto que, de acuerdo con las enseñanzas de varios sabios de nuestro pueblo, los hijos de Ësav siguen siendo recompensados hoy en día con el dominio sobre las naciones, por causa de la noble acción de Ësav, a quien se considera la persona que más ha honrado a su padre, incluso por sobre los más grandes tsadiqim.

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