domingo, 11 de diciembre de 2022

HAFTARA DE LA PARASHA 4 VAYERA

 

Vayera

(Bereshit 18:1-22:24)

Haftara: Sefardi (Melajim Bet 4:1-23) Ashkenazi (Melajim Bet 4:1-37)

 El episodio del anuncio del nacimiento de Yitsjaq, como hecho central de esta parasha, nos muestra que la Sabiduría insondable de El Eterno está muy lejos de ser alcanzada por las limitaciones del ser humano. Pero en medio de ellas, precisamente podemos ver la Grandeza, Majestad y Poder del Santo de los santos. Y aún más: Si hemos de ser justos, aquí hay una extraordinaria muestra de Humildad Divina, que se refleja en el hecho de que El Eterno mismo decide “bajar” al sitio en el que se encuentra Su siervo para llevarle la más feliz noticia.

 El relato de la Torah nos describe la visita de tres malajim, de los cuales dos de ellos tenían que ver con la vida de Avraham: Uno para aliviarle el dolor de su brit mila y el otro para anunciarle la llegada próxima de Yitsjaq. Si el Amo del Universo hizo esto en definitiva es porque lo que vendría después sería verdaderamente especial y en gran manera trascendental para la historia de nuestro pueblo. Como en realidad sucedió.

 ¿Qué argumentos hay a favor de que el hijo tan anhelado llegara como lo hizo? En realidad el Amo del Universo quiere mostrarnos que son Sus designios y no nuestras fuerzas los que sostienen todo lo existente. Avraham Avinu estuvo de acuerdo con su esposa en engendrar un hijo con Hagar; sin embargo, ese no era el plan de El Eterno. Revisemos cómo es esto: Después de que Avraham le dice a El Eterno que al no tener descendencia le heredaría un esclavo nacido en su casa, El Eterno le replica diciendo: “No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará”.[1]

 Esta expresió pareciera acomodarse al hecho de que la promesa es para un hijo que puede ser el engendrado con cualquier mujer diferente de la esposa legítima[2], ya que ésta es estéril a los ojos de los hombres. Por supuesto, teniendo en cuenta las edades de los esposos, Avraham y Sarah, era prácticamente imposible imaginarse que pudieran engendrar hijos. Y menos cuando ya había nacido Yishmael.

 Sin embargo, ellos reciben una gran “sorpresa”: No es el hijo que ellos en su limitada sabiduría creyeron sería el heredero, sino uno salido de la santidad del matrimonio, lo que significa que “un hijo tuyo será el que te heredará” es en este caso una expresión para revelarnos que el hijo prometido nacería según el designio del Todopoderoso. Los afanes que nos generan ciertas apariencias con frecuencia nos hacen perder la luz de nuestros objetivos centrales, desviándonos por supuestos “atajos” que lo que hacen es apartarnos totalmente de la senda verdadera.

 Aunque Yishmael fue bendecido con otras promesas, no fueron las promesas grandiosas hacia nuestro noble pueblo. Éstas fueron otorgadas a quien nació cuando El Eterno decidió que era el tiempo, no cuando Avraham y Sarah así lo creyeron. Se produjo entonces un milagro grandioso, como preludio de lo que sería el pueblo de Yisrael: Una nación sostenida por los milagros de El Eterno, Bendito sea. La risa nerviosa que después se convirtió en la alegría perdurable que trajo Yitsjaq, confirmaron que El Eterno no se equivoca y que Su Voluntad, además de perfecta, muchas veces es incomprendida por nosotros. Pero no por eso hemos de dejar de creerLe.

 Avraham, después de este episodio en el que después de la promesa ve confirmado el designio divino con el nacimiento de Yitsjaq, ya no duda cuando le es ordenado ofrecer en holocausto a su hijo, pues él mismo dijo “yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros[3], pues sabía que HaShem, Baruj Hu, tiene el poder de revivir a quien muere, pero también de hacer realidad lo que es imposible para nosotros.

 Entonces, aquí la Torah nos enseña que todo lo que El Eterno dice lo cumple[4]; hemos de decir que por ejemplo si Rivkah no obliga a Yaäqov a vestirse como su hermano para engañar a Yitsjaq, El Eterno igualmente habría cumplido bendiciéndolo; si Shaul no ofrece holocaustos cuando no le tocaba hacerlo, El Eterno lo habría confirmado en el reino; y hay más ilustraciones similares. ¿Cuál es el punto finalmente? No importa cuán difícil parezca el cumplimiento de lo que El Eterno ha establecido, éste se dará.[5] Se ha dicho en el seno de nuestro pueblo por ello que “un judío que no cree en milagros no es realista.”

 



[1] Bereshit 15:4.

[2] De hecho, esta es la interpretación que le dieron Avraham y Sarah a las palabras de El Eterno; de otra manera no se explica su decisión de engendrar un hijo por medio de Hagar.

[3] Bereshit 22:5.

[4] De paso, esto nos enseña que nuestra palabra debe ser una sola y confiable, pues somos hechos con la imagen y semejanza de HaShem, Baruj Hu.

[5] Como ejemplos que nos ilustran lo que parece imposible podemos citar los siguientes:

Y  La salvación de Yisrael atravesando Yam Suf.

Y  La entrada a la Tierra Prometida.

Y  La victoria de Gidon con trescientos hombres.

Y  La detención del sol por parte de Yehoshua para poder vencer a sus enemigos.

Y  La victoria de David sobre Goliat.

Y  El fuego que cayó del cielo en el episodio de Eliyahu y los profetas de Baal.

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