Vayera
(Bereshit 18:1-22:24)
Haftara: Sefardi (Melajim Bet 4:1-23)
Ashkenazi (Melajim Bet 4:1-37)
El
episodio del anuncio del nacimiento de Yitsjaq, como hecho central de esta
parasha, nos muestra que la Sabiduría insondable de El Eterno está muy lejos de
ser alcanzada por las limitaciones del ser humano. Pero en medio de ellas,
precisamente podemos ver la Grandeza, Majestad y Poder del Santo de los santos.
Y aún más: Si hemos de ser justos, aquí hay una extraordinaria muestra de
Humildad Divina, que se refleja en el hecho de que El Eterno mismo decide
“bajar” al sitio en el que se encuentra Su siervo para llevarle la más feliz
noticia.
El
relato de la Torah nos describe la visita de tres malajim, de los cuales
dos de ellos tenían que ver con la vida de Avraham: Uno para aliviarle el dolor
de su brit mila y el otro para anunciarle la llegada próxima de Yitsjaq.
Si el Amo del Universo hizo esto en definitiva es porque lo que vendría después
sería verdaderamente especial y en gran manera trascendental para la historia
de nuestro pueblo. Como en realidad sucedió.
¿Qué
argumentos hay a favor de que el hijo tan anhelado llegara como lo hizo? En
realidad el Amo del Universo quiere mostrarnos que son Sus designios y no
nuestras fuerzas los que sostienen todo lo existente. Avraham Avinu estuvo de
acuerdo con su esposa en engendrar un hijo con Hagar; sin embargo, ese no era
el plan de El Eterno. Revisemos cómo es esto: Después de que Avraham le dice a
El Eterno que al no tener descendencia le heredaría un esclavo nacido en su
casa, El Eterno le replica diciendo: “No te
heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará”.
Esta
expresió pareciera acomodarse al hecho de que la promesa es para un hijo que
puede ser el engendrado con cualquier mujer diferente de la esposa legítima,
ya que ésta es estéril a los ojos de los hombres. Por supuesto, teniendo en
cuenta las edades de los esposos, Avraham y Sarah, era prácticamente imposible
imaginarse que pudieran engendrar hijos. Y menos cuando ya había nacido
Yishmael.
Sin
embargo, ellos reciben una gran “sorpresa”: No es el hijo que ellos en su
limitada sabiduría creyeron sería el heredero, sino uno salido de la santidad
del matrimonio, lo que significa que “un hijo tuyo
será el que te heredará”
es en este caso una expresión para revelarnos que el hijo prometido nacería
según el designio del Todopoderoso. Los afanes que nos generan ciertas
apariencias con frecuencia nos hacen perder la luz de nuestros objetivos centrales,
desviándonos por supuestos “atajos” que lo que hacen es apartarnos totalmente
de la senda verdadera.
Aunque
Yishmael fue bendecido con otras promesas, no fueron las promesas grandiosas
hacia nuestro noble pueblo. Éstas fueron otorgadas a quien nació cuando El
Eterno decidió que era el tiempo, no cuando Avraham y Sarah así lo creyeron. Se
produjo entonces un milagro grandioso, como preludio de lo que sería el pueblo
de Yisrael: Una nación sostenida por los milagros de El Eterno, Bendito sea. La
risa nerviosa que después se convirtió en la alegría perdurable que trajo
Yitsjaq, confirmaron que El Eterno no se equivoca y que Su Voluntad, además de
perfecta, muchas veces es incomprendida por nosotros. Pero no por eso hemos de
dejar de creerLe.
Avraham,
después de este episodio en el que después de la promesa ve confirmado el
designio divino con el nacimiento de Yitsjaq, ya no duda cuando le es ordenado
ofrecer en holocausto a su hijo, pues él mismo dijo “yo y el
muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros”,
pues sabía que HaShem, Baruj Hu, tiene el poder de revivir a quien muere, pero
también de hacer realidad lo que es imposible para nosotros.
Entonces,
aquí la Torah nos enseña que todo lo que El Eterno dice lo cumple;
hemos de decir que por ejemplo si Rivkah no obliga a Yaäqov a vestirse como su
hermano para engañar a Yitsjaq, El Eterno igualmente habría cumplido
bendiciéndolo; si Shaul no ofrece holocaustos cuando no le tocaba hacerlo, El
Eterno lo habría confirmado en el reino; y hay más ilustraciones similares. ¿Cuál
es el punto finalmente? No importa cuán difícil parezca el cumplimiento de lo
que El Eterno ha establecido, éste se dará.
Se ha dicho en el seno de nuestro pueblo por ello que “un judío que no cree en
milagros no es realista.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario