domingo, 11 de diciembre de 2022

HAFTARA DE LA PARASHA 7 VAISET

 

Vaietse

(Bereshit 28:10 -32:3)

Haftara: Sefardi (Hoshea 11:7-12:12) Ashkenazi (Hoshea 12:13-14:10)

¿Por qué los tsadiqim son puestos en pruebas tan difíciles?

 En la historia de nuestro noble pueblo podemos ver muchos contrastes, en cuanto a que muchos malvados prosperan y muchos hombres justos sufren, lo que en algún caso podría generar algunos interrogantes en torno a la Justicia del Todopoderoso, pues no parece tener mucho sentido que ocurran dichos contrastes.

 Sin embargo, hemos de partir del hecho que El Eterno es realmente Justo y retribuye a cada cual según sus obras; y alguno podrá preguntar: Aún así, ¿no son quizá muy severas las pruebas por las cuales tienen que pasar muchos hombres justos? En nuestra condición humana, bien limitada por cierto si hemos de compararla con la Sabiduría insondable del Santo, Bendito sea, es posible que consideremos como “exageradas” las pruebas a que son sometidos los justos, quienes en algunos casos no alcanzan a disfrutar ni medianamente las cosas materiales.

 Pero todo ello debe verse con la óptica correcta; y trataremos de analizar este hecho, de acuerdo con lo siguiente:

 Y  La retribución mida-keneged-mida es para todas las personas; cada persona necesariamente recibe lo que merece por causa de sus obras, sean buenas o malas[1]; si un rasha recibe abundancia de bienes materiales, podemos estar seguros de que tal cosa es una retribución a alguna obra, que merece ser recompensada; de igual manera, si un tsadiq actúa mal será retribuido como corresponde. Por lo tanto ninguna injusticia hay de parte de El Eterno, jas veshalom. El ejemplo claro es justamente el decreto que dice “ojo por ojo, diente por diente…”.

Y  Así como cada obra tiene su recompensa, también tiene un tiempo preciso en el cual ha de venir; dependiendo de la acción, la retribución no necesariamente es inmediata, de manera que ésta llega en el tiempo que dispuso El Eterno, que es Justo por sobre toda justicia. De allí que muchas veces pareciera que nuestras oraciones no fueran contestadas, pero lo que sucede es que aún no es el tiempo de recibir la recompensa. Cuando Mosheh Rabenu estuvo “fracasando” en sus intentos por convencer a Far’oh de que dejara salir a Yisrael de Mitsrayim, realmente estaba caminando hacia la recompensa de salir, además con abundancia de bienes; el tiempo estipulado era cuando Far’oh se negara por décima vez.

Y  Cuando un rasha prospera o un justo sufre pareciera que no hay justicia; cuando se presenta el caso de un rasha que recibió un bien en gran cantidad, justamente después de haber cometido alguna falta, se podría pensar que la justicia simplemente no existe, pues la verdad es que a primera vista esto no tiene ningún sentido; de manera similar, puede ocurrir que a algún justo le sobrevenga algún mal justamente después de realizar alguna muy buena acción. En los dos casos una buena explicación es que cada uno recibió la recompensa por alguna acción pasada, y ese era el momento de recibir el pago. Y esto es independiente de las demás acciones; recordemos que cada obra tiene su recompensa. En el caso de un rasha que prospera podemos citar a Lavan, que prosperó muchísimo cuando Yaäqov estuvo con él; una buena parte de esa prosperidad fue por causa de haber acogido a Yaäqov. Un tsadiq que sufre encuentra un ejemplo admirable en Yaäqov, pues tuvo que soportar muchas penurias, las cuales sucedieron por causa de sus muchos engaños del comienzo.

Y  La temporalidad de las recompensas en el Olam Haze nos permite deducir que ellas son nada en comparación con las recompensas eternas; esto no necesariamente significa que debamos despreciar la abundancia de bienes en esta edad presente, ya que justamente es aquí donde determinamos el valor de las recompensas eternas, sino que debemos poner nuestros ojos en lo eterno y no en lo temporal. Ësav es un buen ejemplo, pues su “recompensa” por vender su primogenitura fue un apetitoso guisado. Obviamente sabemos que era recompensa para él, mas no para Yaäqov.

Y  Las retribuciones también son “proporcionales” al grado de conocimiento de las personas; esto nos indica que la retribución de un rasha y un justo por realizar la misma mala acción es diferente, pues en el caso del rasha el castigo no es tan grande como podría serlo para un justo, ya que el primero pudo haberlo hecho por ignorancia, pero el último lo hizo conscientemente. Un ejemplo interesante es la fornicación que es practicada por las naciones gentiles, que no es castigada tan duramente; de hecho, en innumerable cantidad de veces no se castiga; sin embargo, el acto de fornicación de Zimri le significó la muerte a manos de Pinjas, además públicamente, porque se trataba de un hijo de Yisrael que conocía perfectamente la magnitud de su falta.

Y  El rasha, que no entrará al Olam Haba, tiene su recompensa en esta edad presente; pues de esta forma no habrá nada para compensarle en el Mundo Venidero. El ejemplo en este caso es el de la descendencia de Ësav, que sigue dominando el mundo, pero que espiritualmente no tiene cabida en el Olam Haba. Por supuesto, nos referimos no a quienes son descendientes en la carne por el hecho de ser poseedores de esta condición, sino quienes siguen las pisadas de la maldad.

Y  El justo es el fundamento del mundo; por tanto, es necesario que demuestre que efectivamente es idóneo para cumplir los planes de El Eterno, Bendito sea. Las pruebas de los justos son realmente duras, pero éstos las soportan con paciencia, sabiendo que son siempre para bien, óptica que no es compartida por el resto del mundo, o al menos por la mayoría de las personas. No sólo Yaäqov fue duramente probado; el Mashiaj fue probado hasta ser llevado a la muerte, pues debía probar que sí era el instrumento adecuado para la redención de la humanidad.

 De todo lo anterior, podemos ver que los tsadiqim deben ser probados, pues son los pilares del sustento del mundo, pero toman siempre esas pruebas como algo que sucede para bien, lo cual es una correcta apreciación; para el gentil esto simplemente puede tratarse de una injusticia. Pero también es importante tener en cuenta que toda prueba a la que alguien sea sometido es porque es capaz de superarla; El Eterno, Bendito sea, no pone pruebas insuperables.

 



[1] Ver Qohelet 12:14.

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