domingo, 11 de diciembre de 2022

HAFTARA DE LAPARASHA 2 NOAJ

 

Noaj

(Bereshit 6:9 – 11:32)

Haftará: Sefardi (Yeshayahu 54:1-10) Ashkenazi (Yeshayahu 54:1 – 55:5)

Segundo día de mil años: Distinción entre lo sagrado y lo profano

 La tevah fue construida para que todos aquellos quienes estuvieran dentro de ella fueran objeto del pacto que haría El Eterno. Aunque sólo quedarían vivas ocho personas, de su descendencia sería de nuevo poblada la tierra. Y esta fue una primera separación de lo que sería considerado santo y lo que no lo es. La construcción de esta embarcación, que sólo tenía la función de flotar, nos recuerda que debemos ser diligentes antes de que llegue la Redención Final preparada para los justos desde antes de la Creación del Universo. Cada instrucción debe ser fielmente acatada para que cuando el día llegue seamos tenidos en cuenta para entrar a las delicias del Olam Haba.

 La Torah es quien finalmente juzga; y el torrente de aguas que cayó sobre la tierra nos muestra que las palabras escritas en la Torah han de cumplirse, y que al final daremos cuenta de nuestros actos, sean buenos o malos[1]. El hecho de que durante cuarenta días la tierra hubiera sido inundada con el agua de alguna forma nos sugiere que la tierra “ayunó” para ser limpia. Este ayuno implicó no recibir el alimento de la luz solar por parte de los seres vivientes, y por lo tanto hubo “tristeza”[2] que impidió que todo lo existente continuara haciendo lo que normalmente hacía[3]; las aguas que cayeron, como aguas purificadoras, son la Torah que en abundancia habíamos de recibir[4] para poder comenzar una vida de servicio a El Eterno.

 Después de la muerte de toda carne de sobre la tierra, “renace” la Misericordia de El Eterno, que se refleja en el hecho de que quien ha estado en estado de tsaraat recobra su pureza, que es declarada por el kohen[5]. El pacto promulgado por el Amo del Universo contempla una señal que le hace “recordar” que no destruirá la tierra con un diluvio; esto nos muestra que existe Alguien que aplacará Su ira, para que quienes merecíamos otra recompensa seamos acogidos por Sus manos amorosas en el tiempo futuro.

 Noaj es el ejemplo a seguir en esta generación, donde a los principios morales no les ha sido asignado el valor que merecen; tenemos evidencias de que él fue “pregonero de justicia”, pero su generación no le escuchó; para nosotros hoy en día, nuestra forma de vida en santidad debe pregonar las verdades de Aquel que con Su Amor hizo posible nuestra existencia; y la mejor forma es “construyendo la tevah”, o sea haciendo lo que nos ha sido ordenado hacer por el Cielo y esto, entre otras cosas, es la muestra de que sí existe esperanza para todos.

 [1] Qohelet 12:14.

[2] Que nos recuerda el camino de teshuvah.

[3] Un ayuno, más que dedicarlo a placeres nuestros, debe ser un tiempo para el servicio de El Eterno y de los demás.

[4] Y de alguna forma esto nos recuerda el texto de Yeshaiahu 11:9: “porque la tierra será llena del conocimiento de El Eterno, como las aguas cubren el mar.

[5] Aquí el kohen es El Eterno mismo, Quien dijo: “He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra.” Esta es la declaración de que “todo habría de ser purificado”.

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