HAFTARA PARASHA MIKET
1 Reyes 3:15 – 4:1
Las
pruebas no sólo son retribuciones, sino experiencias necesarias
Esta parasha nos ilustra en una forma muy práctica que
las pruebas a las que somos sometidos son más que compensaciones por nuestras
faltas. Si observamos el transcurso de los acontecimientos, veremos que en cada
una de las situaciones en las que alguna persona estuvo afectada por alguna
aflicción hubo un propósito que no sólo se limitaba a retribuir algún daño del
pasado, sino que también llevaba implícita una experiencia que servía para
fortalecer el carácter.
Sin importar la clase de pruebas que deberemos afrontar,
todas ellas tienen un denominador común, que es hacernos aptos para nuestra
residencia en las moradas celestiales. Y teniendo en cuenta el perfecto nivel
de qedushah allí existente, es
indispensable que las vasijas que han de recibir la Luz estén listas para ello.
Comencemos por analizar la situación de Yosef. Pasaron
dos años en la cárcel y, aunque halló gracia en los ojos del jefe de ese lugar,
estaba preso al fin y al cabo. Y cada año de reclusión fue en pago por cada
palabra de confianza en los hombres y desconfianza en El Eterno que se permitió
pronunciar. Podríamos pensar que el “castigo” fue algo “exagerado”, pues a la
hora de la verdad no ofendió o le causó mal a alguien; sin embargo, el problema
fue muy grave, pues en realidad ignoró a El Eterno, Quien es el que
verdaderamente podía sacarlo de la cárcel; y teniendo en cuenta su nivel
espiritual, ello era inadmisible. A juzgar por el relato, Yosef adquirió
madurez en la prisión, de manera que aprendió bien la lección. No existe algún
relato que evoque en él el recuerdo en la cárcel como algo desagradable. Esto
nos enseña a cuidar nuestras palabras, así como nuestras intenciones; muchas
veces es mejor permanecer en silencio. No obstante, como lo hemos mencionado,
todo lo que hemos de vivir tiene propósitos más elevados que recibir una
retribución mida-keneged-mida.
En contraste con lo anterior, Yosef fue ascendido a un
lugar de innegable privilegio; ahora pasó a ser el segundo en el reino, con
potestad para tomar las decisiones más importantes. Y aquí Yosef respondió
correctamente; su altísimo rango no infló su ego y su comportamiento fue
intachable; a diferencia de su padre, por ejemplo, sólo se nos narra que tuvo
una sola esposa, que fue la que le dio sus dos hijos.
Su gestión al frente fue tan exitosa, que todo estaba sucediendo exactamente
como él lo había previsto. Esto nos muestra que aún siendo exaltados por los
hombres, debemos permanecer humildes, sin ceder ante tentación alguna,
especialmente la que tiene que ver con el deseo de reconocimiento.
El hecho de no ser reconocido por sus hermanos supone
también una prueba grande; aunque en este caso, Yosef sabe tomar ventaja de
esta circunstancia, la cual aprovechó leshem
shamayim. Lo sucedido en este caso se relaciona mucho con lo ya comentado,
y nos enseña que todo es para bien, y siempre debemos tener en mente que algo
bueno podemos extraer de una situación de este tipo. Vale la pena anotar
adicionalmente que esta escena prefigura de manera importante el momento en que
el pueblo de Yisrael, en su mayoría, no aceptó a Yeshua como el Mashiaj.
Desde el lado de sus hermanos, también obtenemos una
buena ilustración, en el sentido de que la hambruna a que fueron sometidos los
lleva a tomar una decisión para preservar la familia; aquí no se habla de
inconformismo por esta hambruna, sino de soluciones, aunque sin percatarse de
que a largo plazo ello sería realmente trascendental.
Podemos asegurar sin temor a equivocarnos que si tuviésemos la “oportunidad” de
conocer aunque sea por un instante lo que sucederá en nuestras vidas después de
las más duras pruebas, veremos que es algo bueno y que valió la pena vivirlas.
De aquí se desprende el que nuestra fe debe ser tan auténtica, que sin importar
todos los avatares de nuestra existencia nuestra decisión siempre deberá ser la
obediencia, porque ello invariablemente nos va a llevar al mejor destino; quizá
es más fácil decirlo que llevarlo a la práctica, pero en realidad es importante
saber que siempre funciona.
Continuando con las situaciones que tuvieron que vivir
los hermanos de Yosef, vemos que éste los sometió a duras pruebas, las cuales
llegaron hasta mostrar su propia auto humillación, que podríamos decir de
alguna forma que fue parte del pago por sus acciones del pasado; esta historia
es quizá una de las más conmovedoras de toda la Torah (sumada al momento en que
Yosef se da a conocer), pues en este punto estamos viendo verdaderos corazones
contritos y humillados, que son los que revelan la necesidad de misericordia,
pero así mismo el intenso anhelo de recibir la pureza de la Luz Celestial. Y
esto es perfectamente aplicable a nosotros: Cuando tenemos que reconocer la
superioridad de otra persona en algún área, deberíamos tener el carácter
suficiente para demostrarlo, sin llegar por supuesto a la insincera adulación;
si hemos de reconocer que hemos fallado, no dudemos en hacerlo, porque aquí es
donde se conoce verdaderamente un carácter maduro, porque pedir perdón es de
quienes son conscientes de su pequeñez y de la necesidad de reconstruir lo que
han destruido y ello es el primer paso, gigante, hacia el logro de nuevos
escalones de sabiduría y santidad. La buena noticia es que mientras tengamos
vida estamos en capacidad de actuar de esta manera.
También Yaäqov fue sometido a una dura prueba. El hecho
de tener que someterse a la súplica de sus hijos para dejar ir a Binyamin debió
ser en su momento una prueba realmente difícil de superar; pero finalmente
accede, ya que no sólo “está acostumbrado” a soportar pruebas muy fuertes, sino
que de alguna forma ve que sus hijos en ese momento son tsadiqim en quienes puede confiar. De aquí también extraemos una
gran enseñanza y es que nuestra vida debe ser tal que aún la más pequeña de
nuestras palabras debe ser absolutamente confiable; y esto sólo se logra cuando
nuestra vida es enderezada en todos los aspectos, esto es, cuando demostramos
con suficiencia que efectivamente somos imagen y semejanza del Amo del
Universo. Un punto de referencia “menor” no puede ser nuestro objetivo.
Retomando lo sucedido con Yosef, hemos de tocar un asunto
que los sabios de nuestro noble pueblo no han pasado por alto, y es que no
reaccionó cuando sus hermanos se refirieron a su padre como siervo suyo.
Podríamos tratar de justificarlo diciendo que las circunstancias no eran
propicias, pero la verdad es que esto también tuvo su recompensa. Cuando
ostentamos sitiales privilegiados estamos en una situación de inminente riesgo
ante muchas tentaciones, y por ello nuestra mirada no puede estar dirigida
hacia las apariencias de esta edad presente, sino hacia el Trono de Gloria,
sabiendo que sólo somos siervos del Verdadero y Único Rey.
Si tomamos como ejemplo
la vida diaria, podemos ver que existen aparatos que deben resistir bien sea
grandes pesos o grandes presiones para poder ser utilizados; las pruebas a que
son sometidos para comprobar su calidad son en extremo fuertes; cuando la
prueba termina y el aparato en cuestión conserva su estado original, se toma
como prueba de su calidad; algo análogo se puede describir sobre cosas como un
marcapasos y otras máquinas más, que son críticas para la tarea que realizan, y
por ello deben someterse a pruebas rigurosas.
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