Jayei Sarah
(Bereshit 23:1 –
25:18)
Haftara: Melajim Alef
1:1-31
Un camino recto hacia la Luz
Y
Este
hombre tuvo buen cuidado de comentar a su amo lo que podría ser una
posibilidad, para la cual no tenía respuesta; pero Avraham le satisface su
inquietud, por lo cual sin tardar emprende el viaje para cumplir con las
demandas de su señor.
En nuestro caso es de suprema importancia que busquemos respuestas, no
“filosóficamente”, cuando se trata de cumplir la Voluntad Soberana del Santo,
Bendito sea, sino más bien que cuando no tengamos la seguridad de cómo proceder
en alguna circunstancia, podamos acudir a la Sabiduría Celestial para tratar de
seguir el camino más adecuado; y esto tiene que ver con consultar a quienes
realmente están inmersos en el estudio de la Torah, para que nos proporcionen
la guía más acertada. Se sobreentiende que nuestro camino debe ser el mismo de
ellos.
Y
Una
vez sabe lo que tiene que hacer, sale de viaje con todo lo necesario para que
su labor sea fructífera.
Para nosotros esta es una muestra de que es necesario conocer los detalles de
las cosas que nos han sido encomendadas, lo que incluye tanto lo que tiene que
ver con el Olam Haze como con el Olam Haba. En otras palabras, es
indispensable llenarnos de la luz de la Torah y sus mitsvot, de manera
que nos apropiemos de lo necesario para saber cómo proceder en toda situación.
Esto no significa estudio permanente por el hecho de estudiar, sino en gran
manera llevar el conocimiento a la práctica, que es lo que evidencia que
efectivamente sí estamos “cumpliendo nuestra misión”.
Y
Al
llegar al lugar al cual estaba destinado, sabe que de allí debe conseguir
esposa para el hijo de su amo, pero esta vez no tiene una evidencia muy clara
de quién debe ser la escogida; por ello eleva una plegaria a El Eterno, Bendito
sea, Quien honra su fidelidad concediéndole su petición exactamente como él la
formuló.
Muchas veces podemos encontrarnos ante la posibilidad de actuar sin tener
muchas “herramientas” para hacerlo; sin embargo, si andamos en el camino de la
Luz, con toda seguridad podemos afirmar que nuestras plegarias, si tienen la
intención correcta, serán contestadas sin demora, para que podamos proceder tal
como El Eterno lo desea.
Y
Era
tan importante la misión para este hombre, que prefirió relatar el motivo de su
visita (sin importar lo extenso que pudiera parecer) antes que aceptar un
bocado de comida.
Prioridades. Esta es la palabra clave. Independientemente de las apariencias,
debemos conducirnos de tal forma que nunca desvirtuemos el orden que ha sido
establecido para nuestras vidas; ello es confirmado, entre otros, por el
siguiente texto: “Mas buscad primeramente el
reino de Elohim y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”[2]
Y
Después
de haber hallado gracia ante sus hospedadores, desechó la posibilidad de haber
sido atendido con abundancia, para emprender el regreso sin demora. Las tentaciones de este
mundo pueden causar “demoras” en nuestra misión, que es la rectificación para
acelerar la venida del Mashiaj. Es muy fácil ceder ante cuestiones en las que
está involucrado algún provecho personal, y de ahí que debamos tener nuestra
mente siempre puesta en lo importante y no en lo agradable, puesto que esto
último puede en muchas ocasiones ser justamente piedra de tropiezo para el
crecimiento de nuestro ser. Nuestra misión debe ser llevada a cabo sin mirar a
izquierda o derecha.
Y
Al
cumplir con su tarea, la Torah después no nos hace ningún relato en el que se
haga la más mínima mención de algún tipo de deseo de reconocimiento de su
parte. Hemos
sido creados para cumplir una misión, no para tratar de obtener aplausos ni
honores de los hombres[3].
Si hemos de ser exactos, la mejor recompensa que podemos recibir en esta edad
presente no son precisamente las posesiones materiales ni los honores o
reconocimientos; el servicio a El Eterno es la mayor bendición de la cual
podemos gozar; hacer las cosas leshem shamayim es algo realmente grandioso,
pues no espera ningún tipo de compensación material, aunque de todas formas la
obtiene. Esto no es un derecho sino un privilegio que no debemos desperdiciar;
desde luego que es posible que El Eterno conceda bienes materiales, pero
finalmente no son ellos nuestros activos, sino nuestras obras, en aras de la
Unidad de Su Nombre Sagrado.
[1] Se considera una muy buena norma de conducta que consideremos a los
demás como superiores a nosotros mismos; cuánto más ello debe ser seguido
fielmente cuando se trata de quienes nos guían en el sendero de la Torah.
[2] Matityahu 6:33.
[3] Cuán importante es que el centro de nuestra existencia sea El
Eterno, Bendito sea, y no nuestro ego, que en últimas es nuestro peor enemigo.
Aquí cobran especial significado las palabras del shaliaj Shaul, cuando dijo: “Pues,
¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Elohim? ¿O trato de agradar a los
hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Mashiaj.” (Gálatas 1:10).
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