domingo, 11 de diciembre de 2022

HAFTARA DE LA PARASHA 5 JAYEI SARAH

 

Jayei Sarah

(Bereshit 23:1 – 25:18)

Haftara: Melajim Alef 1:1-31

Un camino recto hacia la Luz

 La actitud del siervo de Avraham es sencillamente digna de toda alabanza. El episodio de la búsqueda de esposa para Yitsjaq ocupa un lugar preponderante en la parasha, y en ésta el siervo de Avraham es figura principal. Quizá estamos acostumbrados a ver ejemplos de virtuosismo en los mismos hombres en repetidas oportunidades, pues sus vidas reflejaron un alto nivel de santidad; sin embargo, ha habido otros personajes, que a la sombra de quienes fueron sus amos o sus maestros, mostraron que aún teniendo “un bajo perfil” también es posible hacer obras grandiosas, confirmando que cualquier persona sí tiene la posibilidad de contribuir a los propósitos celestiales con algo más que con “un grano de arena”; veamos cómo fue ello aplicable a este fiel siervo:

 Y  Al ser comisionado para su misión, no hizo otra cosa diferente de escuchar atentamente las instrucciones de Avraham, sin poner en duda su decisión, pues era consciente de que su amo estaba por sobre él. Para nosotros este es un ejemplo especialmente interesante de imitar, pues nada mejor que la sumisión al Amo del Universo, sin cuestionar Sus designios, aunque muy dentro de nosotros parecieran ser “ilógicos” o “absurdos”, jas veshalom. De manera similar, es importante acatar lo que sea dictado por nuestros superiores (espiritual y secularmente), por supuesto cuando ello esté en concordancia con la Torah[1].

Y  Este hombre tuvo buen cuidado de comentar a su amo lo que podría ser una posibilidad, para la cual no tenía respuesta; pero Avraham le satisface su inquietud, por lo cual sin tardar emprende el viaje para cumplir con las demandas de su señor. En nuestro caso es de suprema importancia que busquemos respuestas, no “filosóficamente”, cuando se trata de cumplir la Voluntad Soberana del Santo, Bendito sea, sino más bien que cuando no tengamos la seguridad de cómo proceder en alguna circunstancia, podamos acudir a la Sabiduría Celestial para tratar de seguir el camino más adecuado; y esto tiene que ver con consultar a quienes realmente están inmersos en el estudio de la Torah, para que nos proporcionen la guía más acertada. Se sobreentiende que nuestro camino debe ser el mismo de ellos.

Y  Una vez sabe lo que tiene que hacer, sale de viaje con todo lo necesario para que su labor sea fructífera. Para nosotros esta es una muestra de que es necesario conocer los detalles de las cosas que nos han sido encomendadas, lo que incluye tanto lo que tiene que ver con el Olam Haze como con el Olam Haba. En otras palabras, es indispensable llenarnos de la luz de la Torah y sus mitsvot, de manera que nos apropiemos de lo necesario para saber cómo proceder en toda situación. Esto no significa estudio permanente por el hecho de estudiar, sino en gran manera llevar el conocimiento a la práctica, que es lo que evidencia que efectivamente sí estamos “cumpliendo nuestra misión”.

Y  Al llegar al lugar al cual estaba destinado, sabe que de allí debe conseguir esposa para el hijo de su amo, pero esta vez no tiene una evidencia muy clara de quién debe ser la escogida; por ello eleva una plegaria a El Eterno, Bendito sea, Quien honra su fidelidad concediéndole su petición exactamente como él la formuló. Muchas veces podemos encontrarnos ante la posibilidad de actuar sin tener muchas “herramientas” para hacerlo; sin embargo, si andamos en el camino de la Luz, con toda seguridad podemos afirmar que nuestras plegarias, si tienen la intención correcta, serán contestadas sin demora, para que podamos proceder tal como El Eterno lo desea.

Y  Era tan importante la misión para este hombre, que prefirió relatar el motivo de su visita (sin importar lo extenso que pudiera parecer) antes que aceptar un bocado de comida. Prioridades. Esta es la palabra clave. Independientemente de las apariencias, debemos conducirnos de tal forma que nunca desvirtuemos el orden que ha sido establecido para nuestras vidas; ello es confirmado, entre otros, por el siguiente texto: “Mas buscad primeramente el reino de Elohim y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.[2]

Y  Después de haber hallado gracia ante sus hospedadores, desechó la posibilidad de haber sido atendido con abundancia, para emprender el regreso sin demora. Las tentaciones de este mundo pueden causar “demoras” en nuestra misión, que es la rectificación para acelerar la venida del Mashiaj. Es muy fácil ceder ante cuestiones en las que está involucrado algún provecho personal, y de ahí que debamos tener nuestra mente siempre puesta en lo importante y no en lo agradable, puesto que esto último puede en muchas ocasiones ser justamente piedra de tropiezo para el crecimiento de nuestro ser. Nuestra misión debe ser llevada a cabo sin mirar a izquierda o derecha.

Y  Al cumplir con su tarea, la Torah después no nos hace ningún relato en el que se haga la más mínima mención de algún tipo de deseo de reconocimiento de su parte. Hemos sido creados para cumplir una misión, no para tratar de obtener aplausos ni honores de los hombres[3]. Si hemos de ser exactos, la mejor recompensa que podemos recibir en esta edad presente no son precisamente las posesiones materiales ni los honores o reconocimientos; el servicio a El Eterno es la mayor bendición de la cual podemos gozar; hacer las cosas leshem shamayim es algo realmente grandioso, pues no espera ningún tipo de compensación material, aunque de todas formas la obtiene. Esto no es un derecho sino un privilegio que no debemos desperdiciar; desde luego que es posible que El Eterno conceda bienes materiales, pero finalmente no son ellos nuestros activos, sino nuestras obras, en aras de la Unidad de Su Nombre Sagrado.



[1] Se considera una muy buena norma de conducta que consideremos a los demás como superiores a nosotros mismos; cuánto más ello debe ser seguido fielmente cuando se trata de quienes nos guían en el sendero de la Torah.

[2] Matityahu 6:33.

[3] Cuán importante es que el centro de nuestra existencia sea El Eterno, Bendito sea, y no nuestro ego, que en últimas es nuestro peor enemigo. Aquí cobran especial significado las palabras del shaliaj Shaul, cuando dijo: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Elohim? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Mashiaj.” (Gálatas 1:10).

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